El dinero es el medio de pago por excelencia. Antiguamente, cuando aún no existía, se utilizaba el trueque, es decir, se intercambiaban bienes o servicios a cambio de otros. Posteriormente se utilizaron distintas mercancías como dinero, como las conchas que se usaban en diversas zonas de China, la pimienta utilizada en Grecia o la sal que recibían como pago algunos soldados romanos (de ahí proviene la palabra «salario»).
Según Heródoto, los lidios (pueblo que vivió en una zona de Anatolia, en la actual Turquía) fueron los primeros en acuñar monedas, alrededor del siglo VII a.C., utilizándose habitualmente desde entonces metales preciosos como el oro y la plata, que por sus características respondían perfectamente a la función del dinero: amplia demanda y oferta limitada (dependiente de la extracción en las minas), difícil de falsificar, fácil de trabajar, y con un elevado valor en relación a su peso y tamaño.
Posteriormente, cuando surgieron los billetes (en Europa, en el siglo XVII, y en España, a partir de 1780), estos se correspondían con una promesa de entrega de oro por parte del Banco Central correspondiente, es decir, se podía acudir al Banco a cambiar los billetes por oro. El patrón oro fue adoptado por los países de modo gradual, de manera que, a principios del siglo XX, el sistema internacional se basaba en este metal.
Tras la I Guerra Mundial, el sistema fue modificado, pasándose al patrón cambio oro, de manera que las monedas de cada país eran convertibles en otras establecidas como centrales, y éstas, a su vez, eran convertibles en oro. Las monedas elegidas para ello fueron la libra esterlina y el dólar estadounidense.
Este sistema se terminó definitivamente en 1971, año en el que fue derogado por el presidente norteamericano, Richard Nixon, que anuló la convertibilidad del dólar en relación con dicho metal. Comenzó la era del dinero fiduciario.
Cuál es actualmente el valor del dinero
El dinero, además de servir para pagar, tiene otras funciones como son las de servir de depósito de valor y actuar como unidad de cuenta (de manera que nos sirve para comparar precios). Por lo tanto, no todas las mercancías se podrían utilizar como dinero: por ejemplo, las manzanas no sirven como depósito de valor, porque se estropean, y las obras de arte tampoco se podrían utilizar como unidad de cuenta, debido al diverso valor que se les puede asignar.
Hoy en día, al dinero se le llama fiduciario porque se basa en la fe o confianza de los usuarios, y no en su contrapartida en un metal precioso. Por lo tanto, tiene valor en la medida en la que confiamos que nos servirá para ser intercambiado en el futuro, que será aceptado por los demás como medio de pago. O visto desde el extremo contrario, si no confiasemos en dicho valor, los billetes serían simplemente trozos de papel.
El dinero fiduciario es emitido por los distintos Bancos Centrales, y su valor se puede medir también en relación a otras monedas que cotizan en el mercado de divisas. Por ejemplo, cuando decimos que 1 euro equivale a 1,10 dólares, o a 0,70 libras, serían las cantidades de esas monedas que nos darían por una unidad de la nuestra. Los diferentes valores de las divisas y sus fluctuaciones dependen de múltiples factores, tales como los tipos de interés, la tasa de inflación, su percepción como activo refugio, etcétera.