Como la mayoría, usted guarda su dinero en un banco. Es fácil, cómodo y seguro. Pero alguna vez se ha preguntado ¿qué hacía la gente con sus ahorros antes de que existieran los bancos? O ¿cuál es el origen de la banca? Con motivo del Día Internacional de los Bancos vamos a repasar el origen de la instituciones financieras.
Día Internacional de los Bancos
En diciembre de 2019, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 4 de diciembre como el Día Internacional de los Bancos. Es un reconocimiento a la contribución de la banca al desarrollo sostenible y a mejorar la vida de las personas. Además, la banca, como sistema capaz de financiar proyectos de toda índole juega un papel muy destacado en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
La economía global afronta riesgos geopolíticos, desequilibrios comerciales y otras amenazas externas al sistema financiero, como el cambio climático, que dificultan la senda de crecimiento, la estabilidad y el desarrollo. En el Día Internacional de los Bancos se subraya que es necesario analizar la estructura financiera de forma conjunta, a nivel global, solucionar la solvencia de los países sobreendeudados, colaborar con aquellos que sufren crisis económicas más profundas y actuar para que la financiación llegue a todas las regiones del planeta. Porque un sistema bancario global debilitado derivaría en riesgos económicos y financieros que comprometerían la Agenda 2030.
Historia de la banca
El origen de los bancos está vinculado inequívocamente a la existencia del dinero. Así que retrocederemos hasta el siglo VI a.C. para recordar las monedas más antiguas que se conservan: el estatero de Lidia, una zona integrada hoy en Turquía. Aquellas primeras piezas y las que se acuñaron durante muchos siglos después aseguraban su valor con su propia composición. Es decir, valían lo que valía el metal del que estaban hechas, ni un microgramo menos. Así lo respaldaba, además, el escudo real y el sello, grabados en su anverso y reverso, respectivamente; sin necesidad de comprobar su peso entre una operación y otra.
Los templos fueron los primeros bancos
Los primeros vestigios del concepto de banca coinciden con la necesidad de los imperios de mantener su riqueza, en monedas, metales preciosos y joyas en un lugar seguro. Los hogares no tenían cajas acorazadas y en la Antigua Roma se recurrió a cámaras resguardadas en los sótanos de los templos para custodiar la riqueza. Eran lugares de culto, donde la presencia de sacerdotes, protegidos por guardia armada, aseguraba que fuesen respetados. Existen registros históricos de Babilonia, Egipto, Roma y Grecia que sugieren que los templos ejercían una incipiente labor de prestamista, junto con su encomienda de salvaguardar los bienes allí depositados. Por tanto, los templos eran, en cierta forma, los centros financieros de las ciudades de los antiguos imperios.
Los argentarios, los primeros banqueros
En el Imperio Romano aparecieron los primeros centros bancarios en edificios fuera de los templos. La figura del argentarii era precisamente la de un prototipo de banquero que actuaba bajo su responsabilidad, realizando operaciones que hoy llamaríamos depósitos, préstamos y cambio de moneda. La caída del Imperio Romano supuso un declive generalizado en el desarrollo de la civilización y también en la actividad comercial, que duró varios siglos. Pero el período bélico de las Cruzadas volvió a requerir financiación y, con ella, el tránsito de monedas por el mundo para usarse como medio de pago en las diferentes plazas.
¿Por qué surge la banca?
Fruto de la ampliación de las rutas comerciales y de las transacciones de bienes por monedas aparece la necesidad de cambiar la recibida en otras regiones por moneda local. Así, en plazas de mercados y ferias empezaron a ser frecuentes las casas de moneda.
El comercio siempre ha necesitado la banca
Estamos en los siglos XII y XIII y la actividad bancaria ya se ha convertido en los cimientos del comercio. Los grandes centros comerciales de la época, entre los que destacan las ciudades italianas (Milán, Génova, Florencia, Venecia…), ya cuentan con instituciones para depositar la recaudación obtenida por los comerciantes en sus viajes y para cambiar las monedas de diferentes regiones. Sin embargo, seguía existiendo un problema sin resolver: transportar monedas significaba acarrear con peso y riesgo de asalto.
Las primeras oficinas bancarias
Entonces entra en escena una nueva figura: el orfebre. Por su trabajo diario con el metal, disponía de instalaciones adecuadas para ampliar su negocio a la custodia de metales de terceros. A su favor contaba el conocimiento suficiente para inspeccionar las aleaciones, certificar la composición y auditar el pesaje de las monedas que pasaban por sus talleres, pronto convertidos en las oficinas bancarias de la época.
Certificados de depósitos: la base del dinero fiduciario
El maestro orfebre escribía, firmaba y sellaba el justificante de haber recibido una determinada cantidad de moneda para su custodia. Se trataba del certificado de depósito que recibía el depositante y que acreditaba la operación. Este documento, prototipo de los cheques y pagarés posteriores, luego empezó a usarse, en sí mismo, como medio de pago entre comerciantes; pues, a fin de cuentas, aseguraba que en un taller de Venecia, por introducir un ejemplo, había guardada la cantidad de oro indicada.
Cuando un orfebre, hecho banquero, descubrió que podía crear dinero
Con el paso del tiempo aquellos orfebres, convertidos ahora en banqueros, vieron que mientras que los certificados que emitían se movían por las rutas comerciales de medio mundo, el metal permanecía guardado prácticamente en su totalidad en sus talleres. En otras palabras, gracias a la confianza que se habían ganado entre sus clientes, era muy poco probable que todos quisieran retirar sus fondos a la vez, habiendo cierto margen para prestar más allá de lo que tenían depositado realmente.
La emocionante historia de la banca
Probablemente haya percibido varios conceptos básicos del sistema financiero en los párrafos anteriores. No obstante, se los recopilamos explícitamente en el siguiente resumen.
En este repaso fugaz al origen de la banca hemos visto cómo surgió la necesidad de custodiar monedas, primero en templos, la estrecha relación entre el comerciante y la banca, la metamorfosis del orfebre en banquero, la aparición del dinero fiduciario, la imprescindible confianza en el sistema de depósitos y su consecuente creación de dinero gracias a la reserva fraccionaria que da lugar al actual coeficiente de caja.Hasta aquí este breve estudio de las raíces del sistema bancario. Si le ha sabido a poco, siga atento al blog de Self Bank by Singular Bank, porque tenemos mucho más que contarle desde aquel considerado primer banco del mundo, el Banco di San Giorgio en Génova, en 1407, pasando por el primero en España, el Banco de San Carlos, en 1782, hasta alcanzar el concepto actual de banca como herramienta al servicio del ahorrador y del inversor.