Desde el principio de los tiempos, ha sido una constante en el hombre la búsqueda de la belleza y la perfección. En el antiguo Egipto, se tomaba como referencia el puño propio, considerándose bello y proporcionado aquel que medía 18 puños (2 la cara, 10 desde los hombros hasta las rodillas y 6 piernas y pies).
En el Renacimiento la perfección llega de la mano de las matemáticas, del número áureo (1,618), que podemos ver reflejado en numerosos edificios, esculturas, pinturas…. Un ejemplo inmejorable es el Hombre de Vitruvio, de Leonardo da Vinci. El ombligo representa el centro del cuerpo, y desde él encontramos la primera aproximación al número áureo. Si se toma la distancia entre el ombligo y los pies y se pone en relación con la altura total de la persona, veremos que el número resultante se acerca al 1,618. Cuanto más se próxima está la proporción a ese número, más armónico y perfecto se consideraba al ser humano. Pero no es ese el único sitio de nuestro cuerpo en el que se encuentra el número áureo; también lo podemos hallar (con la misma regla anterior) en la distancia entre hombro-codo-dedos, y en la existente entre cadera-rodilla-pies.
Aparcamos ahora la historia y damos un salto al mundo del ahorro. ¿Podríamos encontrar la regla perfecta para conseguir el mejor sistema que nos ayude a ahorrar de una manera eficaz?
Posiblemente que no existe una regla de oro y aquí podríamos más bien aplicar el refrán que dice que “Cada maestrillo tiene su librillo”. Pero son muchos los que consideran que la regla 50-20-30 puede ser una alternativa perfecta para cumplir nuestros objetivos de ahorro.
¿Qué significan estos números? Es muy fácil:
50% es el porcentaje que debemos destinar del total de nuestros ingresos a cubrir las necesidades básicas (hipoteca, alimentos, luz…)
30% es la cantidad que podemos dejar para caprichos. Aquí meteríamos partidas como el ocio, las vacaciones…
20% lo destinaríamos a constituir nuestra base de ahorro.
¿Fácil no? Aunque si profundizamos, pueden surgirnos algunas dudas. ¿Alimento es básico o capricho? ¿Y la ropa? Buena pregunta, ya que depende de a qué nos estemos refiriendo. Si hablamos de ropa, la equipación de principios de curso para los peques de la familia es una necesidad; pero no, no vale meter esa blusa del color de moda de la temporada dentro de la partida de gastos necesarios.
Del mismo modo ocurriría con la comida. La fruta, la verdura, el arroz, todo es primera necesidad; pero el surtido de quesos, el marisco y la cerveza de marca tendrás que sacarlos del saco del 50% y meterlo en el del 30%, si es que cabe.
Uno de los principales motivos por los que fallamos estrepitosamente a la hora de ahorrar es no tener un plan preestablecido, limitándonos a ahorrar solo lo que sobra a fin de mes (cuando sobra, claro).
Usar una regla como la del 50-30-20, o cualquier otra que nos funcione, es el primer paso para llegar a la armonía en el mundo del ahorro, a ese número áureo que tanto obsesionó a culturas pasadas.