La teoría predominante durante las últimas décadas en materia económica y financiera ha sido la teoría de los mercados eficientes. Esta teoría supone que el inversor actúa de forma racional, analizando objetivamente la información presente y futura de cualquier valor, provocando que esta información aparezca ya descontada (contenida) en su precio. Sin embargo, ciertos estudios y acontecimientos han puesto en duda esta naturaleza puramente racional del inversor, y plantean la existencia de otros factores que pueden afectar a su conducta. Para comprenderlo mejor, te proponemos la siguiente prueba:
Debes elegir una respuesta en cada una de las siguientes situaciones:
Situación 1.
Te regalamos 1.000€, que recibes de forma segura. Ya tienes tus 1.000€. Ahora te damos a escoger una de las siguientes opciones:
a) 500€ más de forma segura, es decir, 500€ adicionales garantizados; o
b) 1.000€ más con una probabilidad del 50%, es decir, con el 50% de probabilidad obtendrás 1.000€ adicionales y con el otro 50% de probabilidad no obtendrás ninguna ganancia adicional.
Escoge una de las dos opciones.
Vamos ahora con la siguiente situación.
Situación 2.
Te regalamos ahora 2.000€, que recibes de forma segura. Ya tienes tus 2.000€. Ahora te damos a escoger una de las siguientes opciones:
a) Perder 500€ de forma segura, es decir, con toda probabilidad pierdes 500€; o
b) Perder 1.000€ con una probabilidad del 50%, es decir, con el 50% de probabilidad perderás 1.000€ y con el otro 50% de probabilidad no sufrirás pérdida ninguna.
Escoge una de las dos opciones.
Esta fue la tesitura que presentaron dos reconocidos científicos (Daniel Kahneman y Amos Tversky) a un conjunto de personas en un experimento realizado en 1979.
Ambas situaciones son exactamente iguales a nivel financiero, es decir, ambas situaciones ofrecen la posibilidad de ganar 1.500€ (1.000€ + 500€ en la primera; y 2.000€ – 500€ en la segunda). Por tanto, sería lógico pensar que escogiésemos la misma respuesta en las dos situaciones, esta es la respuesta “a)”, ¿O no?
Pues parece que no. La gran mayoría de los sujetos del estudio escogieron la respuesta “a)” en la primera situación y la respuesta “b)” en la segunda, es decir, aseguraron la ganancia en la primera y arriesgaron la pérdida en la segunda. Y, con toda probabilidad, tú también lo habrás hecho.
¿Por qué damos respuestas distintas ante realidades financieras idénticas?
Las posibles respuestas las podemos encontrar en las conclusiones a las que llegaron ellos a raíz de este estudio:
I. En una situación de ganancias, somos cicateros y optamos por una actuación segura que nos garantice los resultados: “más vale pájaro en mano…”
II. En una situación de pérdidas, somos arriesgados y estamos dispuestos a asumir un mayor riesgo a fin de reequilibrar la balanza: “de perdidos al río…”
III. Las decisiones que tomamos están altamente determinadas por el efecto encuadre o contexto (framework effect) de forma que, aunque la situación sea la misma, si esta nos la presentan de forma diferente nuestra respuesta será también diferente. Somos vulnerables al formato en que se nos presentan las circunstancias.
IV. Evaluamos las situaciones en términos de ganancias y pérdidas, más que en términos de rentabilidad y riesgo.
V. Nuestra tendencia natural no es tanto de aversión al riesgo, sino de aversión a las pérdidas. De hecho, estamos dispuestos a asumir riesgos con tal de evitar una pérdida.
VI. Nos duele más una pérdida de lo que nos agrada una ganancia. Una pérdida de 1.000€ nos “dolerá” más de los que nos agradará una ganancia del mismo importe.
Estudios como este (de donde surge la Behavioral Finance o Finanzas del comportamiento, rama híbrida entre la Psicología y la Economía) vienen a cuestionar, entre otras cosas, la figura del inversor puramente racional, sacando a la luz condicionantes de naturaleza psicológica y emocional que juegan un papel importante en los procesos de toma de decisiones, también en materia financiera.