El comercio mundial alcanza máximos en el primer semestre
El Barómetro del Comercio de Mercancías de la Organización Mundial de Comercio (OMC), indicador en tiempo real de su evolución a nivel global, ha confirmado la recuperación sostenible y resiliente tras su fuerte desplome en 2020 como consecuencia de la disrupción de la pandemia. En concreto, en el 2T de este año mantuvo su tendencia al alza, subiendo hasta 110,4 puntos (vs. 109,7 puntos en el 1T) y situándose 14,9 puntos por encima de su registro previo al inicio de la crisis sanitaria de 95,5 puntos en el 1T de 2020.

Una evolución apoyada en el buen comportamiento observado en el comercio mundial de mercancías entre los meses de abril y junio. En el conjunto de los países del G20, las exportaciones de bienes registraron un repunte de un 4,1% respecto al 1T, principalmente explicado por el incremento de los precios de las materias primas. No obstante, su ritmo de crecimiento fue 4,5 pp inferior al del 1T de un 8,6% trimestral. Paralelamente, las importaciones de mercancías avanzaron un 6,4% trimestral (vs. 8,5% trimestral en el 1T).

Entre los países del G20, los mayores incrementos de las ventas al exterior de bienes se registraron en las economías exportadoras de materias primas ante su encarecimiento por el repunte de la demanda fundamentalmente en China, Japón y Corea del Sur, y su menor oferta global (crudo, cobre, etc.). Así, respecto al 1T destacó el avance de un 30,7% en Rusia, por el aumento de los precios de la energía, seguido de un 29,4% en Brasil, liderado por las exportaciones de hierro y soja, y de un 10,0% en Australia, apoyado en el comercio de cereales, carbón y metales.
Por su parte, en el 2T las ventas al exterior de mercancías en EEUU se incrementaron un 6,8% trimestral, destacando los sectores de aviación, farmacéuticos y de semiconductores, al mismo tiempo que sus importaciones aumentaron un 4,2% trimestral ante el mayor dinamismo de la demanda interna y el tono expansivo de la política fiscal. En el caso de la UE se observó un avance más moderado en las exportaciones (2,8% trimestral), mientras que las importaciones de bienes mantuvieron estable su crecimiento (5,7% trimestral). Todo ello en una coyuntura en la que las exportaciones de bienes de China se contrajeron un 2,5% respecto al 1T, al mismo tiempo que sus importaciones ralentizaron su avance a un 10,9% trimestral.


Así, los datos muestran que el comercio mundial podría haber alcanzado su nivel máximo ante el escenario de desaceleración del crecimiento global provocada por la nueva ola del coronavirus, que ha dado lugar al endurecimiento de las medidas de distanciamiento social en las principales economías de la región Asia-Pacífico y a nuevas interrupciones en las cadenas de valor. Un hecho especialmente relevante de cara a las futuras campañas del Black Friday y de Navidad no sólo por la escasez de suministros de componentes básicos, sino también por la persistencia de las presiones inflacionistas en torno al coste de los inputs de producción y del transporte de mercancías y la falta de inventarios, entre otros factores.
A pesar de ello, la OMC mantiene su previsión de que el comercio mundial registre un repunte de un 8,0% anual este año, tras contraerse un 5,3% anual en 2020. Todo ello condicionado a la evolución de los principales riesgos que enmarcan el entorno económico a corto y medio plazo. En este sentido, según el último informe Global Risk Survey de Oxford Economics, aproximadamente un 60% de los expertos consultados destacan como mayor incertidumbre las implicaciones de la expansión de la variante delta del coronavirus a nivel global, al mismo tiempo que crece la preocupación por el repunte de la inflación ante la persistencia de los shocks de oferta generados a raíz de la pandemia.

China: pérdida de momentum económico
Los datos de actividad de la economía china han constatado la ralentización de su ritmo de crecimiento desde el pasado mes de julio. Una circunstancia explicada no sólo por el impacto de las inundaciones en la provincia de Henan, con un coste estimado de en torno a 15.000 millones de €, sino también a raíz del repunte de los casos diarios de contagio del coronavirus y la reintroducción de restricciones de movilidad a nivel nacional e internacional. Ambos factores han provocado, entre otras consecuencias, nuevas interrupciones en las cadenas de valor y han lastrado la confianza del sector privado.
En este sentido, los indicadores económicos de julio han reflejado la pérdida de momentum de la demanda interna, especialmente ante la contracción de la inversión en capital fijo de un 0,8% respecto al mes anterior. Una caída que ha rebajado su incremento interanual a un 10,3% (vs. 12,6% en junio), principalmente por la ralentización de las inversiones en infraestructuras y en el sector manufacturero. Todo ello en una coyuntura en la que las ventas minoristas moderaron su avance mensual a un 6,4% (vs. 9,8% mensual anterior), registrando un crecimiento respecto a julio de 2020 de un 8,5% interanual, 2,5 pp inferior al proyectado por el consenso del mercado de un 11,0% interanual.
Este menor dinamismo de la demanda de los consumidores chinos también se ha observado en la evolución del nivel de precios. En concreto, la inflación en julio se situó en un 1,0% anual (vs. 1,1% anual anterior), destacando la caída de un 3,7% del coste de los alimentos respecto al mismo periodo de 2020, al mismo tiempo que la inflación subyacente (excluyendo alimentos y energía) se mantuvo estable en un 1,3% anual.


Por su parte, la producción industrial, afectada por los problemas de suministro y logísticos, moderó su avance a un 6,4% respecto a julio de 2020 tras registrar el mes anterior un repunte de un 8,3% interanual, frente al previsto de un 8,5% interanual. Entre sus ramas de actividad, la escasez de semiconductores provocó nuevamente la ralentización de la producción de automóviles de pasajeros, reduciéndose sus ventas por tercer mes consecutivo un 11,7% en términos interanuales.

Sobre una base promedio de dos años para eliminar los efectos base causados por la pandemia, los datos mostraron una significativa desaceleración del crecimiento de las ventas minoristas a un 3,6% en julio, mientras que la producción industrial se vio menos afectada debido a la resiliencia de las exportaciones, avanzando un 5,6% en media desde 2019 (-1 pp respecto al mes anterior).
La evolución de los principales indicadores económicos de China, unida al impacto sobre el comercio mundial de la expansión de la variante delta a nivel global, proyectan en el 3T un avance de su PIB inferior al previsto anteriormente. Según Oxford Economics, en julio el incremento de su producción podría haberse reducido a un 5,7% anual, frente al 7,3% anual registrado el mes anterior. De ahí que el ritmo de crecimiento de la potencia asiática entre los meses de julio y septiembre podría moderarse a un 5,0% anual, tras situarse en un 7,9% anual en el 2T.

No obstante, la progresiva mejora de la situación epidemiológica y la relajación de las medidas de distanciamiento social, junto a la normalización de la producción de las cadenas de valor y de la actividad de la terminal de contenedores del puerto Ningbo (el tercero a nivel global) tras su cierre parcial, favorecerán el repunte de la actividad en el 4T de este año.
A pesar de ello, será clave no sólo la evolución de las incertidumbres que condicionan la coyuntura global, sino también el futuro diseño de la política económica de China que logre apuntalar el crecimiento y reducir los riesgos financieros que presenta la potencia asiática. En este sentido, el Banco Central de China ha señalado que mantendrá su actual política monetaria para garantizar su apoyo a la economía real. Es decir, favorecerá una expansión de la oferta monetaria y de la financiación social que promueva una estructura de crédito que impulse la inversión en innovación tecnológica, la transición verde y la actividad de las pequeñas empresas.
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