La economía mundial ante un triple escenario adverso
La economía global sigue marcada por la pérdida de momentum acentuada ante el repunte de la inflación a máximos y el deterioro de la confianza del sector privado. Todo ello en un entorno en el que crecen los riesgos de una mayor ralentización del crecimiento mundial en 2022, explicado principalmente por el triple escenario adverso que representa la evolución de la coyuntura de EEUU, la Eurozona y China.
Una realidad reflejada en el Composite Leading Indicator (CLI), calculado para los países de la OCDE y seis Estados no miembros, que ha confirmado en mayo una mayor desaceleración de la potencia asiática, frente al menor dinamismo de la Eurozona y la estabilidad del crecimiento de EEUU. Este índice se elabora a partir de indicadores a corto plazo para identificar señales tempranas de ralentización (<100 puntos) o expansión (>100 puntos) de la economía.
En el conjunto de la OCDE, el CLI se situó en 99,9 puntos, su menor registro desde febrero de 2021, mientras que en la Eurozona se redujo 0,2 puntos hasta 99,7 puntos. Una evolución que constata la pérdida de dinamismo de la zona monetaria europea, a pesar del esperado repunte de la actividad del sector servicios en los próximos meses y durante el periodo estival. De esta forma, se confirman los riesgos socioeconómicos de cara al otoño ante la persistencia de los elevados niveles de precios, el repunte continuado de los costes de producción, la pérdida progresiva de capacidad de compra de los hogares y de inversión de las empresas, y el endurecimiento de la política monetaria del BCE y de las condiciones financieras, como se ha reflejado en la tendencia del Euribor o de las primas de riesgo de las economías del sur de Europa.
Una coyuntura similar a la que presenta EEUU, donde a pesar de la positiva evolución de su mercado laboral, la plena recuperación de los niveles de PIB pre-pandemia y su menor exposición a la guerra de Ucrania frente a Europa, no se observan tampoco indicios de que la inflación general haya tocado techo tras conocerse sus datos de mayo. Al igual que en Europa, el fuerte encarecimiento de la energía y de los alimentos, junto al de otras materias primas clave y de los costes laborales, han permeado en el resto de los bienes y servicios de la cesta de la compra representativa de los hogares. De ahí que las presiones inflacionistas en máximos desde 1981 y la aceleración de la intensidad de las subidas de tipos de interés de la Fed hayan situado el sentimiento económico del consumidor en su menor registro desde 1978.
En el caso de la economía china, el deterioro de las perspectivas se ha visto acentuado por las medidas de restricción de la movilidad adoptadas por su Gobierno para controlar la mayor ola de casos de contagio de coronavirus registrada en el país desde su aparición en la ciudad de Wuhan. Un hecho que ha provocado no sólo una caída de la demanda interna, sino también un mayor retroceso de la confianza de los hogares y un significativo repunte del desempleo, situándose el paro juvenil en un nuevo máximo histórico de un 18,4%.
En este contexto, las ventas minoristas de China continuaron mostrando un crecimiento interanual negativo de un 6,7% en mayo (vs. 11,1% el mes anterior), su segundo peor registro desde abril de 2020. A pesar de mejorar ligeramente respecto a abril, los ingresos de restaurantes y catering cayeron un 21,1% interanual. A su vez, el sector inmobiliario siguió deteriorándose con una caída interanual de las ventas de viviendas y de la inversión de un 41,7% y un 7,8%, respectivamente.
En contraste, la producción industrial creció un 0,7% interanual, volviendo a terreno positivo tras contraerse un 2,9% en abril, ante la moderación de algunas restricciones que permitió la reanudación gradual de la actividad de las fábricas. Destacó especialmente el repunte del sector de automóviles apoyado en la reapertura de los centros de producción de Jilin y Shanghái. A su vez, el sector manufacturero se vio impulsado por la recuperación de la producción de acero y aluminio ante la mayor demanda exterior acumulada y el incremento de los precios.
Este patrón de la economía china explica el retroceso de su CLI en mayo de 0,1 puntos a 98,8 puntos, niveles no observados desde julio de 2020, y que anticipa que la potencia asiática podría registrar una tasa de crecimiento inferior a un 4% anual este año, entre otros factores por el retraso de la plena reapertura de su economía y la vigencia de su política zero covid con la aparición de nuevos riesgos sanitarios.
De esta forma, junto a los desequilibrios de oferta generados por la crisis sanitaria del coronavirus desde 2020, la guerra de Ucrania y la última ola de la pandemia en China han situado a la sociedad y a la economía mundial en un punto de inflexión ante las implicaciones de una posible estanflación y el nuevo ciclo restrictivo de la política monetaria, ausente en las principales economías avanzadas desde la Gran Recesión de 2009 y en un entorno caracterizado, entre otros desequilibrios, por niveles de endeudamiento total en máximos.
Los crecientes riesgos que marcan el escenario global, tanto en sus tres principales bloques económicos como en el resto países avanzados y emergentes, confirman un escenario con elevada probabilidad de recesión económica en 2023, si se ajusta a la definición tradicional de que la producción debe sufrir una contracción durante 6 meses consecutivos. No obstante, como advierte el NBER (National Bureau of Economic Research), tal y como ocurrió con la disrupción de la pandemia en marzo de 2020, la caída de la actividad de forma profunda y amplificada a lo largo de todos los sectores y agentes económicos podría considerarse un escenario de crisis económica.
Fuerte aumento de los diferenciales de la deuda soberana del sur de Europa
Tras un periodo de relativa calma durante el mes de mayo, la deuda soberana de Europa y EEUU ha vuelto a registrar subidas de rentabilidad importantes, reanudando así la tendencia al alza de los últimos meses en el actual contexto de endurecimiento de las políticas monetarias (excepto en China y Japón) por el fuerte repunte de la inflación.
Evolución de las curvas soberanas de EEUU y Alemania
La aceleración de las subidas desde finales de mayo se ha visto impulsada por la publicación de los datos de IPC de mayo, que reflejan que las tasas de inflación siguen aumentando tanto en Europa como en EEUU. En esta coyuntura, los mercados anticipan que los bancos centrales tendrán que subir los tipos de forma más acusada de lo que se proyectaba hace unas semanas, presionando al alza las rentabilidades en todos los plazos de la curva.
El repunte ha sido más significativo en los plazos cortos, reflejando las expectativas de un proceso más rápido e intenso de subidas de tipos de interés. Así, la TIR del bono estadounidense a 2 años ha aumentado más de 80 pb desde finales de mayo hasta un 3,34%, su nivel más alto desde 2007. Como consecuencia, la curva soberana de EEUU está muy plana en los plazos desde 2 a 30 años.
Paralelamente, ha destacado la intensidad de los incrementos en la Eurozona, una vez que el BCE ha confirmado el inicio de un proceso sostenido de subidas de tipos a partir de julio. En concreto, la rentabilidad del bono alemán a 2 años ha aumentado aproximadamente 100 pb en apenas dos semanas hasta un 1,07%. De esta forma, la curva alemana se ha aplanado ligeramente, pero mantiene una pendiente positiva con las TIRes a largo plazo por encima del 1,6%.
La tendencia al alza de las TIRes soberanas a 10 años en las últimas semanas ha ampliado el movimiento alcista observado desde comienzos de años a raíz de las crecientes expectativas de persistencia de elevadas tasas de inflación y de un mayor tono restrictivo de los principales bancos centrales. En EEUU y Alemania los repuntes han sido similares, de en torno a 180 pb, mientras que los bonos de los países del sur de Europa han registrado subidas más intensas de en torno a 230 pb en España y Portugal y de 255 pb en Italia.
En este contexto, el BCE anunció en su reunión de política monetaria del pasado 9 de junio que pondrá fin a la compra de bonos el 1 de julio y subirá los tipos de interés en 25 pb ese mismo mes, así como un posible escenario de mayor endurecimiento en futuras reuniones en función de las expectativas de inflación a medio plazo.
Tras esta decisión se produjo un fuerte aumento de los diferenciales de rentabilidad respecto al Bund alemán, lo que ha movido esta semana a la autoridad monetaria europea a anunciar, tras una reunión extraordinaria, su compromiso de asegurar la correcta transmisión de la política monetaria en la Eurozona. Para ello, su primera línea de actuación será la reinversión de los vencimientos de deuda con flexibilidad, incluyendo la posibilidad de reinvertir los vencimientos de la deuda de algunos países en otros diferentes. A su vez, acelerará el diseño de una nueva herramienta para combatir eventuales crisis de deuda en el futuro, sujeta a condicionalidad fiscal y de política económica. Todo ello con el objetivo de frenar la escalada de las primas de riesgo, que estaban alcanzando niveles máximos desde la crisis del euro y podrían derivar en un escenario de fragmentación financiera.
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