Los indicadores adelantados constatan la desaceleración de la economía mundial
La economía global se enfrenta a una senda de desaceleración generalizada de la actividad ante las implicaciones de la guerra de Ucrania, de la crisis energética y alimenticia y de la persistente escasez de suministros de bienes intermedios. Una combinación de factores que sigue presionando al alza los costes de producción y las tasas de inflación, mostrando no sólo el encarecimiento de los combustibles y los alimentos, sino también progresivamente del resto de bienes y servicios de la cesta de la compra de los hogares.
A su vez, está provocando un fuerte deterioro de la confianza del sector privado ante los elevados niveles de incertidumbre y la erosión de la renta disponible de los hogares y de los márgenes empresariales.

Esta coyuntura se ha reflejado en un nuevo descenso de los indicadores adelantados de las economías avanzadas en el mes de junio. En la Eurozona, el PMI compuesto de S&P (IHS Markit) retrocedió 2,8 puntos respecto a mayo hasta 52,0 puntos, su menor nivel desde marzo de 2021, lastrado por la ralentización del ritmo de crecimiento de la actividad comercial del sector servicios y por la primera contracción de la producción manufacturera en dos años:
- El indicador adelantado de servicios de la zona monetaria europea disminuyó a 53,0 puntos (vs. 56,1 puntos en mayo) ante la moderación de la entrada de nuevos pedidos y la caída de la demanda extranjera por primera vez en 3 meses. A su vez, el índice de actividad futura retrocedió a un mínimo de 20 meses, constatando la moderación de las perspectivas de actividad en los próximos 12 meses. Por países, el mayor descenso mensual del PMI de servicios se observó en Francia (-4,4 puntos), mientras que se situó en torno a 2,5 puntos en el resto de principales economías.
- En el sector manufacturero de la Eurozona el PMI encadenó 5 meses consecutivos a la baja cayendo en junio a 52,1 puntos, su menor lectura en desde agosto de 2020. Destacó el retroceso del índice de producción a terreno de contracción (49,3 puntos), al mismo tiempo que se redujeron los nuevos pedidos recibidos y la confianza empresarial y se constató el retraso en la normalización de las cadenas de valor.

En este sentido, una encuesta del instituto Ifo de Alemania ha reflejado que las empresas esperan que la escasez de inputs de producción en el sector manufacturero continúe en 2023. Esta situación podría prolongarse hasta 10-12 meses en sectores como la industria de automóviles, las fábricas de equipos de procesamiento de datos y las empresas de textil o bebidas.
Todo ello en un contexto en el que un 74,1% de las empresas encuestadas en junio señalaron que continúan afectadas por cuellos de botella en las cadenas de suministro y por problemas para adquirir productos intermedios y materias primas. Una cifra que, si bien se ha moderado ligeramente respecto al mes anterior en el conjunto del sector manufacturero (77,2%), en algunos sectores como las industrias eléctrica, electrónica, automotriz y de maquinaria y equipo asciende a más de un 90%.


Paralelamente, en EEUU la actividad del sector servicios cayó a mínimos de los últimos 6 meses (52,7 puntos), en un contexto en el que las nuevas órdenes de pedido se han contraído por primera vez desde julio de 2020. Por su parte, el PMI manufacturero retrocedió a su menor lectura desde febrero del año pasado ante la reducción de la demanda tanto nacional como extranjera.
En contraste con la evolución de EEUU y de las economías europeas, China registró una significativa recuperación de su actividad en el mes de junio apoyada en la mejora de la situación epidemiológica y la relajación de las medidas de restricción de la movilidad.
La reactivación de las fábricas y de la demanda interna impulsó un aumento del PMI Caixin del sector manufacturero de 3,6 puntos respecto a mayo hasta 51,7 puntos, situándose en su mayor nivel desde junio de 2021 tras 3 meses consecutivos en terreno de contracción (<50 puntos) lastrado por la política zero covid.

En el caso del sector servicios chino el repunte de la actividad fue más significativo, alcanzado el indicador adelantado 54,5 puntos, su mayor nivel desde julio de 2021 tras superar en 13,1 puntos su lectura de mayo. Esta evolución se apoyó en el crecimiento de los nuevos pedidos a medida que se suavizó notablemente el descenso de la demanda de clientes extranjeros, aunque continuó cayendo por sexto mes consecutivo. Adicionalmente, la inflación se desaceleró, moderándose el aumento de los costes de producción y de los precios finales de las empresas. Todo ello en una coyuntura en la que la estabilización de las perspectivas empresariales sigue muy condicionada a la evolución epidemiológica del país ante los nuevos brotes que han surgido.
Junto a la recuperación de China, la economía japonesa también continuó mostrando una mejora de la actividad de servicios ante la moderación de las restricciones asociadas al covid-19 en los últimos tres meses.
En concreto, su PMI repuntó en junio a 54,0 puntos (+1,4 puntos respecto a mayo), alcanzando la mayor expansión de la actividad desde octubre de 2013. La encuesta reflejó una mayor confianza en las perspectivas de cara al próximo año, elevándose el índice de optimismo al segundo nivel más elevado de su historia.
Sin embargo, las presiones inflacionistas continuaron afectando a los proveedores de servicios de Japón, lo que se trasladó a un fuerte aumento de los precios del cliente final. A su vez, esta coyuntura lastró la actividad manufacturera, cuyo PMI retrocedió en junio 0,6 puntos hasta 52,7 puntos.


Deterioro de los indicadores de consumo y actividad en EEUU
Los niveles de inflación en máximos en EEUU, junto al endurecimiento de la política monetaria y de las condiciones financieras, siguen marcando la progresiva pérdida de momentum de la actividad económica. Una realidad que se ha visto reflejada no sólo en el fuerte deterioro de la confianza de los hogares, sino también en la senda descendente de los indicadores adelantados de actividad.
En este sentido, en junio el indicador adelantado del Institute for Supply Management (ISM) del sector manufacturero en EEUU retrocedió por encima de las expectativas del consenso del mercado en 3,1 pp hasta un 53,0% (vs. 56,1% el mes anterior), representando su menor nivel desde marzo de 2020 ante la disrupción de la pandemia. Una evolución explicada por la significativa caída del índice de nuevas órdenes de pedido de aproximadamente 6 pp a un 49,2%, situándose por primera vez en 24 meses en terreno de contracción (<50%) ante las perspectivas de una ralentización de la demanda interna. Todo ello en un contexto en el que las consecuencias de la guerra de Ucrania y la política zero covid de China han contribuido a moderar el comercio exterior, destacando también el descenso del indicador de nuevas órdenes de exportación de ISM a un 50,7% (vs. 52,9% en mayo).

El deterioro de las expectativas de la actividad manufacturera en EEUU coincide con el impacto creciente de las elevadas presiones inflacionistas sobre el consumo de los hogares, limitándose el incremento del gasto personal de los consumidores en mayo a un 0,2% mensual tras repuntar un 0,6% en abril y un 1,2% en marzo.
Al mismo tiempo, en términos reales (ajustado a la inflación) registró su primera contracción desde diciembre de 2021 de un 0,4% mensual.
Estas menores perspectivas del sector industrial estadounidense se producen en una coyuntura en la que su dinamismo no sólo está condicionado por el fuerte repunte de los costes de la energía y de otros insumos de producción y a la persistencia de los cuellos de botella a nivel global, sino también por la rotación del consumo durante la campaña estival a los servicios.

Una circunstancia esta última que se une a la menor demanda proyectada de bienes de consumo duradero, principalmente explicada por el fuerte deterioro de la confianza de los hogares a pesar de la positiva evolución del mercado laboral.
Así, en mayo en términos nominales se observó un repunte del consumo de servicios de un 0,7% respecto al mes anterior, destacando su significativo incremento en transportes (+1,4%) y ocio (+1,0%) y de forma más moderada en hostelería y alojamiento (+0,4%) a la espera de los datos de los próximos meses de este verano. En este sentido, la lectura del indicador ISM de servicios de junio ha reflejado una ligera caída de 0,6 pp a un 55,3%, su menor nivel desde mayo de 2020, explicada por el descenso de las nuevas órdenes de pedido. En contraste, el gasto en bienes se contrajo un 0,7% frente a abril, lastrado por la acusada reducción de las compras de bienes de consumo duradero de un 3,2% mensual ante la mayor precaución de los hogares asociada a la incertidumbre sobre la evolución de sus ingresos y de la actividad empresarial y sobre el grado de endurecimiento de las condiciones financieras.

De esta forma, en un entorno en el que crecen los riesgos de una futura recesión, los consumidores aumentaron en mayo ligeramente su tasa de ahorro hasta un 5,4% de los ingresos tras retroceder de forma continuada desde enero de este año.

A la espera del proyectado repunte del consumo durante el periodo estival, la senda de crecimiento de EEUU continúa fuertemente condicionada a la baja por las peores perspectivas tanto empresariales como de consumo de los hogares, que podría agravarse en su caso a partir de este otoño ante la persistencia de las tensiones inflacionistas, la pérdida de renta disponible, el endurecimiento de las condiciones financieras y las implicaciones del escenario geopolítico en la crisis alimenticia y energética. En este sentido, las mayores tensiones se situarán en torno al gas natural si se produce un bloqueo de su suministro a Europa por parte de Rusia, mientras que el creciente riesgo de recesión está lastrando la cotización de los metales y del petróleo. Un hecho que podría modular las presiones inflacionistas y el ritmo de normalización de la política monetaria a corto plazo.

Las mayores probabilidades de una crisis económica comienzan a reflejarse en la percepción de los hogares estadounidenses sobre la actual coyuntura. Según la encuesta de CivicScience realizada entre el 24 y el 26 de junio, un 35% considera que la economía de EEUU ya se encuentra en recesión y un 36% prevé que lo estará en los próximos 6 meses. Unos datos consistentes con la estimación nowcasting de la Fed de Atlanta, que proyecta actualmente una contracción del PIB en el 2T de un 1,9% anualizado tras la registrada en los tres primeros meses del año de un 1,6%.
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