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Copiar o batir al mercado: éstas son las claves para decidirte, por activa o por pasiva

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El debate está abierto. Mientras la gestión pasiva avanza, representando ya la mitad de la inversión en Estados Unidos, no hay que descartar las posibilidades de beneficio a corto plazo de la gestión activa. Dedicación, ambición, comisiones, horizonte temporal y fiscalidad son los parámetros a valorar para elegir inversión activa o pasiva.

Los informes sobre flujos de fondos a nivel global de Morningstar dejan patente que los fondos indexados y los ETF avanzan en todo el mundo, aunque más lentamente en Europa y Asia que en Estados Unidos.

La gestión pasiva de Bogle: copiar mejor que batir al mercado.

La clásica inversión de los pequeños inversores siempre ha sido bolsa, fondos de inversión y para la jubilación, un plan de pensiones. En otras palabras: gestión activa. Sin embargo, desde que el estadounidense John Bogle, fundador de Vanguard, lanzará el primer fondo indexado en 1975, la gestión pasiva ha ido ganando adeptos. De hecho, hasta Warren Buffet, elogió la labor de Bogle por las nuevas posibilidades de inversión que abrieron sus aportaciones.

John Bogle prefería una estrategia sencilla, racional y a largo plazo, que además mantuviera los costes ajustados. Tras su observación, detectó que muy pocos fondos de inversión tradicionales lograban superar la rentabilidad del mercado, y que más bien sucedía lo contrario: la mayoría de los fondos terminan dando una rentabilidad inferior a la del mercado.

Siguiendo estrictamente las conclusiones de Bogle, el factor clave para decidir entre gestión activa o pasiva sería pensar que si queremos que nuestra inversión reporte más beneficio que el mercado (batir al mercado), lo que es bastante improbable, o si nos conformamos con que nuestra inversión crezca de forma paralela al mercado, lo que es muy probable a largo plazo.

¿Qué es gestión activa y qué es gestión pasiva?

La gestión activa se lleva a cabo en los fondos de inversión tradicionales, donde la gestora del fondo elige, de entre todos los activos disponibles, los que espera que más van a crecer, según los resultados de sus análisis (técnico y fundamental).

En gestión activa, confiamos en el criterio de los analistas de la gestora del fondo, que seleccionarán los mejores valores del mercado, aquellos que espera que destaquen más, para así sobrepasar un benchmark (índice de referencia del mercado, por ejemplo: batir al IBEX 35). Eso sí, siempre respetando la configuración del fondo: renta fija, variable o mixta. Expresado de forma sencilla: seleccionan los bonos (renta fija), las acciones (renta variable), o una proporción de ambos (renta mixta) que mejor se comporten de acuerdo al resultado de sus análisis.

Justo por eso se llama gestión activa: porque requiere la gestión activa y continúa de los gestores del fondo para lograr la rentabilidad esperada.

En cambio, la gestión pasiva de un fondo no busca los mejores activos, sino todos los que forman un índice (IBEX 35, NASDAQ 100, S&P 500, etc.) y mete activos en él exactamente en la misma proporción que tienen en la composición del índice. Para visualizarlo fácilmente piensa en un “mini IBEX 35”, donde hay acciones de los 35 valores del IBEX y en la misma proporción que tienen dentro del IBEX 35.

La teoría que sustenta este tipo de fondos es que el precio es el mejor resumen de todo lo que hay detrás de un activo, ya que en él está condensado todo su pasado, presente y futuro:

La forma de invertir en fondos de gestión pasiva es mediante fondos indexados y ETF. En ellos, el papel de la gestora se limita a lograr que el fondo tenga la misma composición que el índice que replica (que el índice que está copiando) y realizar ajustes si esa composición varía.

En este punto conviene recordar las diferencias entre fondo indexado y ETF:

Éstas son las claves para decidirte: por activa o por pasiva.

Ahora que tenemos más claro qué hay detrás de cada una, veamos qué aspectos hay que tener en cuenta para decidir entre fondos de inversión, fondos indexados y ETF.

Comisiones: menores en fondos y ETF. 

La gestión pasiva tiene menores costes. Es lógico, pues la labor de los gestores de estos productos no va mucho más allá de replicar un índice, sin análisis alguno: tan solo comprar y vender activos para que la configuración del fondo sea como la del índice que replica.

Hay que destacar que las comisiones, acumuladas en el largo plazo, son una auténtica lacra para las inversiones. Piensa que un 2% anual no parece mucho si lo miramos sobre una cantidad en euros (200 euros sobre 10.000), pero resta una capacidad de beneficio enorme a largo plazo (10 o 15 años) debido al poder del interés compuesto. Ya que cada año estamos perdiendo ese porcentaje que se resta de nuestra inversión, más el beneficio que podría generar en los siguientes años.

Mayor rentabilidad: a corto, gestión activa; a largo, pasiva.

En períodos cortos de tiempo, si la labor de los gestores de los fondos ha sido la esperada y su selección de valores ha dado el resultado esperado, la rentabilidad de los fondos de inversión tradicionales puede ser superior a la de los indexados y ETF. No obstante, en períodos más largos, de 10 a 20 años, los resultados históricos muestran que los principales índices siempre han crecido; la estadística juega a favor de la gestión pasiva, junto con sus menores comisiones.

Además, si se aporta periódicamente (comprando cada cierto tiempo ETF o suscribiendo más participaciones del fondo indexado), el timing market no tiene mucho sentido, porque el momento de entrada deja de ser importante, ya que, a largo plazo, el mercado tiende a seguir una estela ascendente.

Dedicación: mayor en la gestión activa.

Aunque los fondos de inversión tradicionales implican más diversificación que si directamente compramos acciones o bonos por nuestra cuenta, los activos que lo componen pertenecen a un determinado sector y se verán afectados, positiva y negativamente, por la evolución de ese sector y por la influencia de factores internos y externos.

Por tanto, para que una cartera en la que hay fondos de inversión esté bien diversificada se requiere una mayor atención, para detectar cuándo sería conveniente rebalancearla con nuevas inversiones. Esto, evidentemente, requiere una cierta dedicación.

Sin embargo, con la gestión pasiva, en cuanto a diversificación, por la propia naturaleza de los ETF y fondos indexados, sería suficiente. Piensa que estos fondos combinan todos los activos de un índice, que incluye empresas de diferentes sectores. Y aun así, siempre hay posibilidad de diversificar más, invirtiendo en varios ETF o varios fondos indexados (de diferentes países, o que aglutinen valores de varios países).

Fiscalidad: los ETF son los más perjudicados.

La tributación de los fondos de inversión tradicionales y la de los fondos indexados es la misma: se aplica el aplazamiento fiscal. Esto significa que solo tributan si se venden las participaciones y no se reinvierten el mismo año: los traspasos de un fondo a otro no tiene efecto fiscal.

En cambio, los ETF tienen la misma fiscalidad que las acciones: se tributa por las ganancias (o pérdidas) de cada venta. Aunque a priori, no parezca más que una complicación añadida en la declaración de la renta, a largo plazo, vuelve a entrar en juego el interés compuesto, ya que esa pequeña parte que va para el fisco cada año deja de acumular beneficios en los siguientes años.

Ahora que conoces los pros y los contras de los fondos de inversión mediante gestión activa y pasiva tienes todo el poder de decisión para elegir cuál es mejor para ti. Tu banco te facilita las herramientas para que inviertas en ambos, pero la decisión es tuya. 

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No todos los fondos de inversión son iguales y tienen distintos niveles de riesgo en función de distintos factores. En nuestra web se puede consultar, tanto en el buscador como antes de la contratación de cualquier fondo,  el DFI (Datos Fundamentales Inversor), el Informe Semestral y el folleto completo correspondiente, para conocer las características y riesgos de cada fondo. Estos documentos también se encuentran en la web de la CNMV.

Las decisiones que cada inversor adopte, tanto de inversión como de nivel de delegación y asesoramiento, son su responsabilidad. 

Rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras.

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