Muchas veces leemos en los medios noticias acerca de dos empresas (o más) que entran en batalla por comprar a una tercera en discordia. Y aunque pensemos que se están tirando los trastos a la cabeza y que lo que hacen no debe estar permitido, esta forma de proceder está perfectamente regulada y es más habitual de lo que pensamos.
Se trata de lo que en el argot económico se conoce como contraopa, que es una oferta de compra que una sociedad lanza para hacerse con otra sobre la que ya pesa una OPA (Oferta Pública de Adquisición). Para realizarla, la empresa interesada debe solicitárselo primero a la CNMV y que esta les autorice, para lo que debe cumplir una serie de requisitos, entre los que destaca que no puede pertenecer a ningún grupo con el que esté vinculado la primera empresa que lanzó una oferta de compra.
Además, debe comprometerse a adquirir, como mínimo, el mismo número de valores que la primera sociedad pretende adquirir pero mejorando alguna de sus condiciones (para así tener argumentos para ganar). La contraopa tiene un plazo de 30 días para que se hagan las aceptaciones de los socios y debe lanzarse precisamente antes de que transcurra el plazo de 30 días de la primera OPA, de modo que los accionistas no se hayan decantado aún.
Si bien es cierto que los accionistas que hayan aceptado la primera OPA pueden dar marcha atrás y deshacer posiciones. Por su parte, la primera compañía también puede jugar sus cartas. Puede mantener su primera oferta, retirarla…o mejorarla. Lo que se conoce como contra-contraopa.
¿Por qué una contraopa?
Detrás de una operación corporativa de este tipo hay razones más allá del interés de una compañía por evitar que un competidor le gane la partida. Más bien es al revés y se trata de una llamada de auxilio por parte de la empresa sobre la que se lanza la OPA, ya que la contraopa la suele hacer una empresa afín (en la jerga financiera las llaman caballeros blancos) para evitar que caiga en manos de la compañía que lanzó la primera opción de compra.
Es decir, el objetivo de la contraopa es evitar que la compañía ‘en disputa’ sea objeto de especulación, que se malvenda más tarde o que se desmantele, viéndose afectada no solo la plantilla, sino el negocio y un know-how determinado o una forma de trabajo que ha tenido éxito a lo largo de los años.