El próximo 31 de diciembre termina el ejercicio fiscal correspondiente a 2016. Cuando llegue el segundo trimestre de 2017 tendremos que pasar cuentas con Hacienda si hemos realizado algún cambio en nuestra cartera de inversiones. Al igual que aprovechamos el cambio de año para reflexionar y establecer propósitos de año nuevo, el inversor inteligente debe examinar sus inversiones para considerar si conviene realizar cambios.
La perspectiva de un inversor a largo plazo
Para el inversor a largo plazo que invierte en Bolsa, el negocio de las empresas de las que tiene acciones suele variar muy poco del 31 de diciembre al 1 de enero. La empresa sigue siendo básicamente la misma y desde el punto de vista del análisis fundamental no podemos hablar de que se produzca ninguna variación importante con el cambio de año.
Sin embargo, desde el punto de vista de la gestión de una cartera, las implicaciones fiscales pueden ser relevantes. Parte importante de la labor de un inversor no es sólo pensar en qué invertir, sino también cuánto y qué porcentaje del patrimonio. Esto es lo que llamamos la gestión de cartera (asset allocation en inglés).
La importancia de mantener la diversificación
Si a lo largo del año algunas de nuestras inversiones han crecido o han disminuido sustancialmente, nos encontraremos con que ya no representan el porcentaje original de nuestra cartera. Cuando cambia la ponderación entre los distintos activos que forman nuestra cartera de inversión no solo afecta a las perspectivas futuras de la cartera sino que altera el nivel de riesgo con respecto a la posición original.
Ejemplo:
Nuestra estrategia para el 2016 ha sido la de tener 50% de nuestra cartera de renta variable invertida en el S&P 500 y el 50% de nuestra cartera invertida en el Ibex 35. Si nuestra cartera es de 100.000€, invertiríamos el 1 de enero de 2016 50.000€ en el S&P 500 y 50.000€ en el Ibex 35.
Supongamos que el 2016 termina con una rentabilidad para el S&P 500 de +10%. Por su parte, el Ibex 35 termina el 2016 con una pérdida de -5%. El valor final de nuestra cartera será de 102.500€. Sin embargo la distribución de nuestra cartera ya no será de 50% S&P 500 y 50% Ibex 35, sino de aproximadamente 53,6% S&P 500 y 46,4% Ibex 35.
Rebalancear la cartera supondría vender 3.750€ del S&P 500 y comprar 3.750€ del Ibex 35. De esta forma tendríamos 51.250€ tanto del S&P 500 como del Ibex 35 y por tanto la cartera volvería a estar ponderada al 50% + 50%. En la medida en que nuestra estrategia consista en tener un porcentaje concreto de exposición a un tipo de activo, esto nos obligará a tener que rebalancear nuestra cartera. Además de ser un mecanismo para obligar al inversor a “vender caro y comprar barato”, el rebalanceo de una cartera es una herramienta importante para gestionar el nivel de riesgo y la volatilidad total.
Mitigar plusvalías fiscales
A la hora de realizar la declaración de la renta el próximo año vamos a tener que pagar impuestos por todas aquellas inversiones que hayamos vendido con plusvalías a lo largo del 2016. Sin embargo, para este cálculo se tienen en cuenta aquellas posiciones que vendemos con pérdidas también. Las pérdidas compensan las ganancias de forma que solo debemos pagar impuestos sobre las ganancias una vez descontadas las pérdidas.
Veamos un ejemplo:
En 2016 he comprado y vendido 2 empresas: Repsol y Telefónica
Compré acciones de Repsol por un total de 2.000€ y las vendí posteriormente por 2.200€, generando una plusvalía de 200€.
Por otro lado compré acciones de Telefónica por 1.000€ y las vendí posteriormente por 900€, generando una pérdida de 100€.
En mi declaración de la renta tendré que declarar ganancias en el año de 100€ (200€ – 100€) y por tanto pagaré impuestos sólo sobre esos 100€ de beneficio.
Vemos por tanto que es inteligente tener en cuenta las implicaciones fiscales de nuestras compras y ventas a la hora de pensar sobre la rotación de los activos en nuestra cartera. Si no estamos cómodos con una inversión en nuestra cartera porque ha subido demasiado de precio y pensamos que está sobrevalorada, es un buen momento para vender la inversión conjuntamente con otra inversión que queramos eliminar de nuestra cartera y que acumule pérdidas. De esta forma estaremos optimizando la fiscalidad de nuestras inversiones, a la vez que mantenemos nuestra cartera en un nivel de riesgo apropiado.
Conclusión: Consejos y recomendaciones
El cambio de año, al coincidir con el fin del periodo fiscal, es un buen momento para analizar la composición de nuestra cartera de inversiones y tomar decisiones de gestión de cara al futuro.
Es interesante aprovechar las últimas semanas del año para optimizar la carga fiscal e intentar compensar las plusvalías generadas con las ventas realizadas. También debemos aprovechar esta reorganización de la cartera de inversión para analizar nuestra estrategia y sobre todo establecer que el nivel de riesgo de nuestra cartera es el apropiado para nuestros objetivos financieros.