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¿Con cuántos bancos debería trabajar? ¿Uno, dos, cinco?

Hay muchas personas que trabajan únicamente con un banco. En algunos casos, es la única entidad con la que han tratado en su vida, mientras que, en otros casos, se practica una especie de “monogamia financiera”, de modo que se puede cambiar sucesivamente de banco, pero siempre manteniendo una única entidad.

¿Tiene esto sentido? ¿Es mejor, o más útil, trabajar con un único banco? ¿O es mejor relacionarse con varias entidades? Y en caso de responder afirmativamente a esta pregunta, ¿cuál sería el número idóneo?

Trabajar con una única entidad bancaria

Es posible que estés muy a gusto con tu banco, y no desees variar. O quizás no estás tan satisfecho, pero te cuesta cambiar (como reza el dicho: “más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”). Sin embargo, tanto si estás en una situación como en otra, es probable que puedas mejorar.

Trabajar con más de una entidad proporciona diversas ventajas. La clave está en la diversificación, la palabra que todos deberíamos poner en práctica en casi cualquier aspecto de nuestras vidas (no, no te recomendamos que busques otra pareja para diversificar).

Si trabajas con más de una entidad, es posible que puedas tener menores comisiones (o incluso ninguna comisión), o que puedas negociar mejor algún apartado concreto (ya que dispones de otra alternativa).

Por ejemplo, si necesitas un crédito, lo mejor es que consultes en varias entidades. Si trabajas con más de una, es posible que puedas conseguir mejores condiciones como cliente que ya eres.

Trabajar con dos bancos

Hay diversas razones por las que resulta conveniente operar con más de una entidad. Por ello, el paso natural sería tener dos bancos. Con ello, comenzaríamos a disfrutar de las ventajas anteriormente comentadas.

Podemos tener menores costes por comisiones, conseguir mejores créditos, o incluso tener una cuenta especializada en un tipo de operaciones y otra para otros menesteres.

Por ejemplo, puede resultar muy interesante en algunos casos tener una cuenta en un banco en el que nos han ofrecido una hipoteca en muy buenas condiciones, y otra en otra entidad que nos permite operar con menos costes, pues está libre de comisiones de mantenimiento, cancelación o transferencia.

Trabajar con dos bancos puede contribuir a que tengamos más dinero, ya que ahorraremos en comisiones, podemos obtener una rentabilidad o incluso tener acceso a productos que nos proporcionen un dinero adicional, como tarjetas con descuentos en determinadas compras, depósitos vinculados a la cuenta con una rentabilidad superior, etcétera.

Si eres autónomo

En el caso de que seas autónomo, tendrías que partir ya, sin ninguna duda, de un mínimo de dos bancos, ya que deberás tener, al menos, uno como particular y otro como “empresa”.

Esto es así porque no es en absoluto conveniente mezclar nuestras finanzas personales con las del trabajo.

Trabajar con tres bancos

A menudo nos llegan ofertas de diversos bancos por diferentes canales, y no es extraño que terminemos con varias cuentas. A veces, alguna de ellas no las movemos demasiado, pero tampoco las cancelamos.

Quizás tengamos, por ejemplo, una hipoteca en un banco, un plan de pensiones con otro y un depósito con una cuenta corriente en un tercero.

Gestionar tres entidades puede ser relativamente sencillo, ya que hoy en día, a través de la banca electrónica, podemos realizar casi cualquier tipo de operación, en muchos casos de manera más asequible, cómoda e incluso automática.

Así (aunque evidentemente cada caso particular es distinto), es posible que podamos obtener alguna ventaja adicional por trabajar con tres entidades respecto a hacerlo con dos.

Entonces, si trabajar con una entidad a mayores nos proporciona diversas ventajas, ya que diversificamos proveedores y podemos obtener mejores condiciones, ¿por qué no trabajar con más bancos?

Trabajar con más de tres bancos

Si continuamos ampliando el número de bancos con los que operamos, los inconvenientes que aparecen pueden superar a las ventajas.

A medida que incrementamos las entidades, aumenta la complejidad en la gestión de nuestro dinero. Nos vemos obligados a estar más pendientes de los saldos y a realizar transferencias más a menudo, con la posibilidad de que nos cueste dinero (por las propias comisiones por transferencia, si las hay, o por posibles descubiertos en cuenta).

En resumen

 

 

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