La máxima del ahorrador en el supermercado es llenar el carrito con buenos productos al precio más económico. Antes de la crisis, las marcas de distribuidor o marcas blancas se reservaban para ciertos productos, mientras que la mayor parte de la cesta de la compra la ocupaban primeras marcas o marcas de fabricante.
Sin embargo, en los años de crisis las marcas blancas vieron crecer su demanda, evolucionaron, llegaron a todos los tipos de productos del supermercado y se han convertido en la primera opción de compra para los consumidores. En la actualidad, el binomio buena calidad y buen precio incluso les permite competir con las marcas tradicionales, abarcando en 2015 el 34% de las compras de los españoles. Así aparece en el informe Balance y Perspectivas Gran Consumo 2015, de Kantar Worldpanel.
Recordando el concepto de marca blanca
Para centrar mejor este artículo desde el inicio, repasemos brevemente el concepto de marca blanca: es la que usa una cadena de distribución para vender productos de otros fabricantes. Salvo ofertas puntuales, es la opción más barata de la cadena de distribución, tratando de que el consumidor decida su compra frente a la marca propia del fabricante.
Aunque hablar de marca blanca y primera marca es lo más frecuente en España, el uso los términos marca de distribuidor y marca de fabricante resulta más apropiado y permite diferenciarlas mejor.
¿Marca blanca siempre significa menor calidad?
En plena crisis, las marcas de fabricante seguían defendiendo su posición –todavía líder– justificando la elección de compra en la calidad. Así vimos en televisión algunos anuncios como el de Promarca, la asociación española de fabricantes de marcas líderes.
A bote pronto, podríamos pensar que un mayor precio significa una mejor marca y mayor calidad. Y que si un productor de prestigio decide vender bajo otra marca, siempre guardará su mejor producción para su marca propia. Por ende, bajo marca blanca encontraremos una alternativa de menor calidad.
Además, no podemos olvidar que tras el precio más bajo de una marca blanca no sólo está el factor calidad, también influyen la estrategia global de precios del distribuidor y la eficiencia de su cadena de suministro.
En pleno crecimiento de las marcas blancas, en 2012, la OCU declaraba que de acuerdo a sus análisis, seis de cada diez alimentos de mayor calidad son de marcas de fabricante. A pesar de ello, las respuestas no son concluyentes ya que depende del tipo de producto analizado. Las marcas blancas son de más calidad en ciertos productos como bebidas de té, legumbres, galletas, café, atún y helados. Sin embargo, en yogures, embutidos o huevos son mejores las marcas de fabricante.
La siguiente gráfica, con datos de IRI, refleja la evolución de la cuota de mercado de las marcas blancas desde 2008:
¿Quién hay detrás del fabricante?
Se puede verificar rápidamente con los productos bajo marcas de Mercadona que muestran en su etiquetado el fabricante, aunque cabría preguntarse si este hecho tiene sentido dentro del concepto de marca blanca. Sin duda, lo que sí denota es la confianza del productor en su distribuidor y le permite mostrar que tras su marca hay un productor reconocido.
Sin embargo, la mayoría de cadenas de distribución lo ocultan y solamente muestran su Registro Sanitario Industrial (RSI). Pero, justamente con ese dato podemos acudir a la página de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, del Ministerio de Sanidad y descubrir el fabricante.
¿Cuánto ahorramos si compramos marcas blancas?
Según el último informe de la OCU, la cesta tipo tiene un precio medio anual de 6.138 euros y, por otro lado, encontramos cestas económicas anuales a partir de 5.229 euros (Dani), 5.644 euros para Alcampo, 5.794 euros para Mercadona o 5.808 para Carrefour. Comparando la cadena más barata con la cesta de primeras marcas, obtenemos un ahorro máximo de 909 euros anuales, casi un 15% de ahorro en término medio.
Sin embargo, este informe de la OCU resalta especialmente el ahorro en función del establecimiento en el que compremos, que supone un ahorro medio de 823 euros a lo largo del año. Destaca Madrid, donde el ahorro puede ser de más de 2.700 euros entre el supermercado más caro y el más barato.
La cesta óptima vs. la cesta más barata
Sin dejar de lado los datos anteriores de la OCU, la fórmula teórica para obtener la cesta de la compra más barata sería disponer de los precios de todos los supermercados y comprar cada producto en el que sea más barato, sin considerar que sea de marca blanca o no.
Sin embargo, el coste de obtener esa información, el de desplazamiento y el del tiempo invertido probablemente supere el ahorro de nuestra compra:
Ahorro = ahorro en cesta de la compra – coste de información – coste de desplazamientos
- Estar atentos a los precios cuando realizamos las compras para memorizar nuestra base de datos de precios, y así ubicar quién vende más barato los productos que siempre se repiten en nuestra cesta semanal o mensual.
- Optimizar desplazamientos, siendo conscientes de qué necesitamos en la despensa.
- Reducir el tiempo invertido en la compra y en desplazamientos comprando online
- Llevar un registro de los gastos mensuales en supermercados para poder comparar y evaluar nuestra técnica de ahorro.