Después de haber elaborado a conciencia nuestro presupuesto personal de gastos, toca llevar a cabo su seguimiento periódico para que no acabe convirtiéndose en un trabajo puntual sin valor alguno. Sin duda, lo más importante para que un presupuesto personal suponga un beneficio en nuestras finanzas personales no es tanto su realización como su correcta actualización mensual, semanal o incluso diaria.
Es muy fácil de entender: ¿de qué nos puede servir tener estupendamente contabilizado en nuestro presupuesto que en junio tenemos una asignación de 90€ para gastar en salidas a restaurantes, si luego llega junio y llevamos gastados 150€ sin apenas habernos dado ni cuenta?
Es fundamental ir contabilizando en el presupuesto todos los gastos en los que vamos incurriendo, para así poder calcular las diferencias respecto a las cifras presupuestadas y poder de este modo ajustar nuestro ritmo de gasto en base a ello.
Es decir, si cada domingo me comprometo a introducir en mi presupuesto todos los gastos de esa semana, podré detectar a tiempo cuando llevo un ritmo de gasto demasiado elevado respecto a la cantidad presupuestada, y de este modo me anticiparé a problemas de falta de liquidez para cubrir otras partidas del presupuesto.
La frecuencia con la que uno lleva el seguimiento del presupuesto puede variar en función de cada caso, pero en general el plazo de introducción de gastos reales en un presupuesto nunca debería ser superior a un mes. Los desajustes que afloran tras un tiempo tan largo son complicados de resolver.
Cada gasto puede llevar un control distinto
En el otro extremo, el de la perfección absoluta en el control presupuestario, estaría el apuntar nuestros gastos reales a diario. Pero es fácil entender que hacerlo de este modo no es lo más óptimo en prácticamente ningún caso, pues tener que estar pendiente a diario de nuestro presupuesto personal puede acabar por fatigar a nuestras apretadas agendas.
La fórmula que a menudo suele funcionar mejor es la de diferenciar el control de los gastos en función de la forma de pago. ¿Cómo es eso?, te preguntarás. Muy sencillo y lógico: probablemente no precises llevar el mismo control para los gastos que lleves a cabo con tu tarjeta de débito, pues los mismos quedan automáticamente contabilizados por tu banco, que los que afrontes con dinero en efectivo, que no tienen más registro que el que tú puedas llevar individualmente.
Seguro que te ha pasado en más de una ocasión: sabes perfectamente que el lunes sacaste 100€ en efectivo del cajero, pero el viernes solo te quedan 20€ en la billetera y no recuerdas exactamente en qué te has gastado los otros 80€. Sí, recuerdas que el miércoles tomaste un menú de 15€ en aquel restaurante japonés, y que te compraste el martes ese coleccionable de 10€ que cada semana te guardan en el quiosco… ¡pero siguen descuadrándote 55€ que ahora mismo no sabes a dónde han ido a parar!
La manera de solucionar ese descontrol del gasto efectivo es muy sencilla: hay que conseguir establecer el hábito de registrar el gasto en el mismo momento en el que se incurre en él, o por lo menos en el mismo día. Las herramientas para hacerlo son bien diversas: apps específicas en el móvil para contabilizar gastos, una simple libreta de mano, una simple nota en el móvil en la que vayas introduciendo los gastos, etc. Sea como sea, tener controlado esos gastos que acaban siendo los más olvidadizos es esencial.
Posteriormente, de manera semanal o incluso quincenal, por ejemplo, puede hacerse un traslado a nuestro presupuesto de todos los gastos que tenemos perfectamente registrados en nuestro banco (cuentas, tarjetas, etc) y aquellos que hemos ido registrando concienzudamente a diario de nuestros gastos en efectivo.
De este modo, no habrá gasto que se escape de nuestro control, y las conclusiones que podamos sacar de nuestro cuadro presupuestario nos ayudarán a tener unas finanzas personales mucho más saneadas. Eso sí, como puedes imaginarte, el seguimiento periódico del presupuesto personal de gastos es una cuestión de adoptar el hábito, y eso implica necesariamente comprometerse a llevar ese control desde ya mismo.