Uno de los grandes inconvenientes que lastran la buena salud financiera de muchas familias son los gastos innecesarios, que poco a poco van haciendo el efecto de bola de nieve, pues inicialmente pueden parecer gastos insignificante, pero que sumados y acumulados pueden ser un problema real.
Podríamos dividir los gastos habituales en tres tipologías:
- Imprescindibles: consumo básico, suministro, alquiler/hipoteca, etc. En ellos podemos hacer un buen trabajo de ahorro, como vimos en su día con las facturas para buscar aquellos productos que más se ajustan a nuestras necesidades reales.
- Deseables: no son estrictamente una necesidad básica, pero nos proporcionan un bienestar o placer que entra dentro de nuestras prioridades. Por ejemplo, para alguien que sea muy deportista la cuota del gimnasio puede entrar en esta categoría, o para un cinéfilo la cuota de su canal preferido.
- Prescindibles: gastos que realmente no nos aportan nada, y que en muchos casos acaban en el fondo de un cajón o sin que se les saque ningún provecho.
Es en esa última categoría dónde deberíamos focalizar nuestros esfuerzos para intentar mantener los gastos a raya, y que el consumo que vamos a realizar con el dinero que nos ha costado conseguir sea en aquello que realmente aprovechemos y nos haga felices.
Por eso os proponemos elaborar una lista de “no comprar” en la que incluiremos aquellas compras en las que no debemos caer, todas ellas distribuidas en diversas categorías:
- Los caprichos del super
- Compras compulsivas online
- Productos innecesarios en rebajas
- Suscripciones y abonos que no usamos
- Cupones y packs de servicios y productos que no necesitamos
El peligro del súper
Cuando vamos a comprar al supermercado es muy fácil caer en tentaciones, comprando más productos frescos de los que vamos a necesitar y que a menudo acaban sin consumirse, o bien comprando artículos de capricho que además no son los más adecuados para nuestra salud.
Por ello, es muy aconsejable llevar una lista predefinida cuando hagamos la compra semanal, de forma que sea nuestra mente la que compre y no nuestro estómago. Dicen incluso que no conviene hacer la compra justo antes de comer o de cenar, que es cuadno el hambre aprieta y podemos estar tentados a comprar más de lo necesario.
Una opción es hacer la compra online, al menos para los productos no frescos.
Las compras compulsivas online
Otra nueva vía para comprar cosas que no necesitamos es internet. Constantemente cuando navegamos desde nuestro móvil o ordenador, recibimos inputs con publicidad y ofertas de compra de aquellos productos que más nos gustan.
Como hay un seguimiento de nuestro historial de navegación, se trata de acciones mucho más efectivas, puesto que a los apasionados de la bicicletas por ejemplo, les ofrecerán artículos relacionados.
Por eso, es importante que tengamos en cuenta si necesitamos lo que vamos a comprar, e incluso que no lo hagamos hasta que lo consultemos con la almohada.
Las rebajas
Un clásico de siempre, las famosas rebajas pueden ser un foco de consumo incontrolable para aquellos que tienen la sensación de estar persiguiendo gangas.
Al final, por muy barato que sea lo que vayamos a comprar respecto a su precio original, si no lo necesitamos o no lo vamos a usar porque no nos sirve, nos va a salir muy caro.
Por eso, es preferible tener claro qué necesitamos o vamos a necesitar a corto plazo, para ir de rebajas en busca de eso, dejando siempre un pequeño margen para la improvisación.
Las suscripciones
Un fenómeno mucho más reciente son las suscripciones, tanto a servicios online como a otros que no lo son, desde revistas hasta la recepción periódica de productos.
En este caso suelen ofrecernos ofertas de captación que nos salen muy baratas, y luego se incrementan de forma drástica. Por eso, hay que visualizar si ese servicio o producto es algo que encaja en nuestra actividad cotidiana o no.
En muchos casos no se trata de cuotas muy costosas, pero al fin y al cabo es un gasto periódico que va a ir goteando poco a poco en nuestra cuenta o tarjeta de crédito.
Los cupones
Aunque parece que el fenómeno de los cupones ha pasado de su gran momento de gloria cuando aparecieron hace unos años, sigue existiendo un grupo de consumidores muy fieles a este tipo de productos.
En particular, la compra de cupones para disfrutar de un servicio o producto se puso de moda hace unos años, aunque el modelo parece que en cierta forma se pervirtió y perdió parte de su atractivo.
Inicialmente en Estados Unidos se trataba de una forma de promocionar de forma temporal un producto o establecimiento, es decir hacer una oferta puntual para darlo a conocer. Sin embargo, luego aparecieron negocios que sólo se dedicaban a clientes con cupón, cuyo precio normal era el del cupón, por lo que la calidad bajaba y perdía el interés.
Además, hay que comprobar si efectivamente el precio de la oferta es mejor que el precio normal en otro establecimiento.