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Cada vez más cerca del Brexit: todo lo que hay que saber

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Se termina la pertenencia de Gran Bretaña a la Unión Europea. El Brexit se está materializando, después de un tortuoso proceso, donde todavía quedan obstáculos en el camino, negociaciones y renegociaciones que no terminan de llegar a buen puerto. ¿Cómo ha sido el proceso del Brexit? ¿En qué punto estamos? ¿Qué cabe esperar de cara al futuro con el Brexit?

La pertenencia de Gran Bretaña a la Unión Europea

La relación entre Gran Bretaña y la Unión Europea siempre ha sido compleja. Los británicos mantienen una especial relación con sus ex colonias, tanto con Estados Unidos como con la Commonwealth, una organización compuesta por 54 países que tienen lazos históricos con el Reino Unido.

A pesar de ser una de las principales potencias económicas del continente, los británicos tardaron décadas en incorporarse a la Comunidad Económica Europea (CEE). En 1973, se convirtieron en miembros de la misma, y tan solo dos años más tarde, el laborista Harold Wilson ya planteó a la población un primer Brexit: un referéndum en el que se preguntaba si el Reino Unido debía permanecer en la CEE. En aquel momento, 2 de cada 3 británicos dijeron sí a Europa.

La llegada de Margaret Thatcher al poder en 1979 produjo la primera ola de euroescepticismo en el país. Sucesivos años de inestabilidad económica (la famosa estanflación derivada de las crisis del petróleo de los setenta), trajo un mayor desempleo y una visión más nacionalista, o menos aperturista de la economía. Y en esta tesitura, la llamada dama de Hierro consiguió la llamada devolución británica —o cheque británico—, un reembolso de la CEE por su menor utilización de las ayudas agrícolas. Luego, su sucesor como primer ministro, John Major, decidió que el país mantuviera la libra esterlina y quedara fuera de la unión monetaria y del euro.

Remain or Leave

En 2013, el conservador David Cameron, presionado por sectores que propugnaban la salida del Reino Unido de la Unión, como el UKIP (partido por la independencia del Reino Unido), prometió realizar un referéndum sobre la permanencia, si resultaba reelegido.

Tras ser elegido Premier, Cameron cumplió su palabra y convocó el referéndum. En este caso, la pregunta fue distinta a la del anterior, ya que una cuestión como la que se planteó la primera vez se consideraba tendenciosa a favor del sí. El planteamiento fue si el Reino Unido debía permanecer como miembro de la Unión Europea o salir de la Unión Europea, pudiendo marcar dos posibilidades: Remain (permanecer) o Leave (salir).

En las semanas previas, las ideas más repetidas fueron las de «restaurar la soberanía del Reino Unido» o «reducir la burocracia», entremezclados con medias verdades, cuestiones indemostrables o directamente falsas, pero que calaban en ciertos sectores de la población.

El 23 de junio de 2016 se celebró el referéndum, en medio de una sociedad totalmente polarizada. Con una participación del 71%, la salida ganó con un porcentaje del 51,9% frente al 48,1% que votó por la permanencia. Algunos analistas señalaron que con esos porcentajes, la salida de la Unión fue decidida por menos de un 37% de electores (el 51,9% del 71% que votó), pero así estaba establecido.

A pesar del resultado global, no hay que olvidar que el Reino Unido es la unión de varias naciones, y curiosamente, la permanencia venció en Escocia, Irlanda del Norte y Gales. También ganó el Remain en Londres y Gibraltar. Es decir, en todas menos en Inglaterra.

Por grupos de edad, la permanencia era mayoritaria entre los más jóvenes, tanto en los menores de 25 años (64% frente a 24%) como en el grupo de 25 a 49 (45% partidario de quedarse frente al 39%), mientras que los votantes más mayores optaron por la salida (35% frente a 49% en el grupo de 50 a 64 años, y 33% frente a 58%, en el de mayores de 65).

Qué sucedió tras el referéndum del Leave

Tras la victoria del Leave, el primer ministro David Cameron, que apoyaba la permanencia, anunció su dimisión, al considerar que no era la persona idónea para gestionar la salida. Entonces, Theresa May, ministra del Interior desde 2010, anunció su candidatura para liderar el partido conservador, recibiendo un gran apoyo entre sus parlamentarios, por lo que fue nombrada líder del partido el 11 de julio, y asumió el cargo de primera ministra el 13 de julio de 2016.

A partir de ahí, comenzarían las negociaciones con la Unión Europea. Mientras, el panorama político en el interior del Reino Unido seguía muy revuelto, por lo que May convocó elecciones para el 8 de junio de 2017, con tres años de anticipación.

May ganó las elecciones pero perdió la mayoría absoluta, con lo cual se generó una mayor inestabilidad. Las negociaciones con la Unión Europea fueron duras, y la primera ministra llegó a perder tres votaciones en el Parlamento sobre un texto preliminar de acuerdo.

Todas estas dificultades provocaron un retraso en la salida de la UE, que estaba prevista para el 29 de marzo de 2019, dos años después de invocar el artículo 50 del Tratado de Lisboa (que contempla la posible salida de uno de sus miembros). Inicialmente se retrasó al 12 de abril y posteriormente al 31 de octubre; entre medias, Theresa May dimitió como Primera Ministra el 7 de junio, siendo sucedida por Boris Johnson.

Johnson se hizo con el liderazgo del partido conservador y se convirtió en Primer Ministro el 24 de julio de 2019. El 12 de diciembre de 2019 se celebraron nuevamente elecciones en el Reino Unido, en las cuales Johnson consiguió la mayor victoria desde la época de Margaret Thatcher, con un 43,6% de los votos, frente al 32,1% de su principal rival, el laborista Jeremy Corbyn.

Qué aspectos incluye el acuerdo del Brexit

El cambio de gobierno propició una nueva negociación, fijando la fecha de salida para el 31 de enero de 2020, aunque con un período transitorio —para cerrar todos los flecos pendientes— hasta el 31 de diciembre de 2020, dentro del cual, en la práctica, seguiría dentro de la Unión.

Johnson comenzó a renegociar con la UE, amenazando incluso con un «Brexit duro» (es decir, una salida sin acuerdo), que afectaría notablemente a ambas partes.

La relación entre ambas partes ha durado más de 40 años, y aunque nunca ha sido al 100%, se han generado muchos lazos comunes, tanto comerciales (con hitos como la apertura en 1994 del Eurotúnel que une la isla con el continente), como legales (gran parte de la legislación británica refleja aspectos aprobados previamente en Bruselas) y sociales.

Son importantes cuestiones como las fronteras, la libre circulación de personas y mercancías o los aranceles. En territorios como Irlanda del Norte (que tiene una frontera terrestre con Irlanda, miembro de la UE) o Gibraltar, con fuertes lazos económicos y sociales con la zona limítrofe, perteneciente a España, existe un importante interés por que el acuerdo llegue a buen puerto y sea negociado.

Por poner un ejemplo y sin contar otros países, hay entre 300.000 y 400.000 británicos en España, y unos 200.000 españoles en Reino Unido. ¿Qué sucedería si no se llegase a un buen acuerdo?

También es muy importante cómo quedará el mapa financiero, donde la City londinense siempre ha tenido un importante papel dentro de Europa, y que ahora podría quedar mermado, en detrimento de Frankfurt —donde se ubica la sede del BCE— o incluso París o Madrid.

La letra pequeña del acuerdo incluye otros importantes aspectos, como las políticas agrarias o incluso la política nuclear. Pero también otros del día a día, y es que en un mundo tan globalizado, especialmente cuando se ha pertenecido a un área económica común, las relaciones son muy intensas.

Un Brexit sin acuerdo podría provocar problemas de desabastecimiento de medicamentos, comida y otros productos básicos en el Reino Unido, así como para diversos sectores industriales; el sector automovilístico, cuyas fábricas reciben miles de piezas cada día, sería uno de los más afectados.

Cómo podría cerrarse el acuerdo

Si la salida fuese «dura» o «desordenada» las consecuencias del Brexit podrían ser catastróficas, tanto a corto como a medio plazo, especialmente por el impacto combinado del Brexit y la COVID-19. En cambio, si se llegase a un acuerdo final más o menos amistoso, se podrían firmar diversos acuerdos de colaboración, en el marco del EEE (Espacio Económico Europeo), entre la Unión Europea y los países de la Asociación Europea de Libre Comercio.

El Espacio Económico Europeo es híbrido, es casi como pertenecer a la UE en algunos aspectos, pero sin ser miembro: su objetivo es ampliar el mercado interior de la Unión, de manera que la legislación comunitaria relativa al comercio interior también debe integrarse en el ordenamiento jurídico de los otros países del EEE, en aspectos tales como la libre circulación de mercancías, de personas, de servicios y de capitales; además de sus políticas relacionadas y otras cuestiones transversales (como seguridad y salud en el trabajo o políticas de igualdad). En definitiva, sus miembros actúan en el mercado interior como si perteneciesen a la UE, pero no tienen voz ni voto.

Otra posibilidad sería a través de la propia Asociación Europea de Libre Comercio o Acuerdo Europeo de Libre Comercio (EFTA), creada en 1960 como alternativa para favorecer el comercio con aquellos países que no quisieran pertenecer a la CEE. Inicialmente pertenecían a ella países como Austria, Dinamarca, Suecia, Reino Unido o Portugal, aunque luego la abandonaron al ingresar en la Unión Europea.  Actualmente, la componen Noruega, Islandia, Liechtenstein y Suiza (con sede en Ginebra).

La tercera posibilidad, más complicada por el trabajo que conllevaría, sería cerrar acuerdos bilaterales entre el Reino Unido y la Unión Europea. Esta opción cuenta con posibilidades desde el punto de vista británico, porque si han decidido no pertenecer a la UE, ¿por qué iban a integrarse en acuerdos similares dentro del EEE o de la EFTA?

Otro aspecto destacable en el futuro es la determinación que podrían tomar los territorios en los que se votó mayoritariamente a favor de la permanencia, es decir, Irlanda del Norte, Escocia y Gales. En Escocia, los partidarios de la separación del Reino Unido ganan terreno, y ya se plantea la posibilidad de un referéndum en este sentido. Mientras, la situación en Irlanda será compleja, con la isla partida en dos nuevamente, con una frontera que podría revivir enfrentamientos del pasado.

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