En mayor o menor medida, todos estamos acostumbrados ya a oír hablar de la criptomoneda que revolucionó el mundo entero hace apenas unos años, el Bitcoin. Pero cuando uno escucha el término “Blockchain” probablemente no tenga la menor idea de lo que quiere decir.
Sin embargo, el Blockchain está tan ligado al Bitcoin que no puede entenderse uno sin el otro. En concreto, el Blockchain es precisamente la base tecnológica que ha hecho posible el desarrollo de la que es la principal moneda virtual de las más de 600 que ya circulan por internet.
En realidad, hay incluso especialistas que apuntan al Blockchain como la verdadera revolución que ha transformado al Bitcoin en lo que es a día de hoy, considerando que la propia tecnología está por encima de la moneda.
La potencia del Blockchain
El Blockchain es, para explicarlo de un modo entendible y muy simplificado, un archivo en el que se aglutinan todas las operaciones con Bitcoin de todo el mundo, distribuida y sincronizada entre todos sus participantes. Es decir: el archivo en el que aparece si Juan tiene 30 Bitcoins y si el día de ayer le traspasó 20 a Pepe.
En esa especie de libro contable digital se aglutinan las cuentas, operaciones y transferencias de un modo extraordinariamente seguro, con una base criptográfica que hace que incluso el sistema financiero internacional tenga un ojo puesto en esta tecnología ante la posibilidad de reemplazar al conocidísimo SWIFT, que sí funciona con un principio de confianza que en el caso del Blockchain suple la propia tecnología criptográfica.
Pero la tecnología Blockchain no solo aporta una seguridad envidiable, sino que además tiene unos costes ínfimos en su operativa y proporciona una velocidad de ejecución prácticamente instantánea. De poderse implementar a nuestro día a día, las clásicas transferencias internacionales podrían ser cuestión de un par de clicks.
Sin embargo, a día de hoy la tecnología Blockchain solo es aplicable a operaciones en Bitcoins. Pero el sector financiero internacional ya está trabajando duramente en apuntarse a una tecnología que podría dar un salto definitivo a las transacciones financieras.