Beneficio antes y después de impuestos: las grandes diferencias

El principal objetivo de cualquier empresa, sea cual sea su sector o modo de operar en el mercado, es lograr beneficios. Los beneficios son las ganancias, lo que realmente le queda a la empresa como fruto de su actividad. Si bien, cualquiera que haya visto alguna vez una cuenta de resultados de una compañía habrá percibido que en el apartado de los beneficios hay varios tipos de ellos.

Porque en contabilidad empresarial existen, básicamente, dos tipos de ganancias diferentes imputables a una sociedad: beneficio antes de impuestos y beneficios después de impuestos. A priori, solo con leer sus nombres parece fácil saber cuál es la diferencia entre ambos, si bien cada de estas acepciones tiene más particularidades detrás de lo que parece. Y es momento de descifrarlas. Sobre todo para quienes estén interesados en invertir en empresas, ya que de esta forma podrán saber si están dirigiendo bien sus inversiones.

BAI

BAI es el acrónimo de Beneficio Antes de Impuestos. Como su propio nombre señala, es un indicador del resultado de explotación de una empresa sin tener en cuenta los impuestos. En este caso, nos referimos al de Sociedades, cuyo tipo general es en España del 25%. Si bien, se reduce al 15% en el caso de los negocios puestos en marcha por emprendedores, mientras que para las cooperativas fiscalmente protegidas se queda en el 20%.

Al BAI se llega después de restar a los ingresos los gastos de explotación. Se trataría pues del beneficio bruto, sin pasar por la lupa de Hacienda y de los bancos o demás acreedores. Si lo pensamos, es comparable a nuestra nómina mensual; la podemos leer antes de pagar el IRPF y sería análoga a esta resultado, aunque nosotros no tenemos que pagar esos intereses.

El BAI es un indicador que sirve para medir la marcha del negocio, ya que se puede comparar anualmente o trimestralmente para ver su evolución. Por lo tanto, es un habitual de las cuentas de resultados.

BDI

Por su parte, cuando hablamos de BDI nos estamos refiriendo al Beneficio Después de Impuestos, que se trata de la ganancia real de la empresa, la que queda después de haber hecho frente a todos esos pagos de los que hablábamos antes (impuestos, intereses, amortizaciones de préstamos…). Por lo tanto, el BDI sería el beneficio neto, el resultado final de la cuenta de explotación. Esta cantidad es la que se queda limpia la empresa.

Al igual que el BAI, se emplea como medida para saber si la compañía crece o no. Además, es el indicador que permite conocer el margen neto de la empresa, que consiste en dividir los ingresos entre el beneficio neto. Este margen señala la capacidad que tiene el negocio de convertir sus ingresos en beneficios, un indicador casi más importante que el propio beneficio neto, ya que cuanto más alto sea, mayor control de gasto y buena gestión tendrá la compañía.

El ‘truco’ del BAI

Como muchos habrán imaginado, puede suceder que el BAI sea positivo y, una vez pagados los impuestos y demás, a la compañía le salgan pérdidas. De hecho, es bastante habitual y motivo por el cual muchas empresas no publican el BDI cuando sacan a la luz sus cuentas. Prefieren dar el BAI para que se vea que se consiguen beneficios, a pesar de que luego se destinen cubrir obligaciones.

Por ello, es importante conocer la diferencia entre ambos impuestos, ya que muchas veces las empresas se valen de la ‘ingeniería financiera’ para dar la mejor imagen posible. Hay que tener en cuenta que el hecho de que un negocio dé pérdidas durante los primeros años no es algo preocupante ni anormal -casi todos lo hacen-; lo malo es cuando esas pérdidas crecen y no se consiguen revertir.