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Ahorrando con el coche: ¿gasolina, diésel, gas, híbrido o eléctrico?

Los has visto anunciados en televisión, algún conocido tiene ya uno, ¿te estás preguntando si tu siguiente coche será eléctrico? A la vez que varios países han puesto límite al diésel, en España las ayudas para comprar un nuevo coche ya se han olvidado de la gasolina y gasóleo. ¿Es el momento de ahorrar comprando un vehículo alternativo a los combustibles convencionales?

Tipos de coche con combustibles alternativos

Para comenzar el artículo, conviene detallar qué tipo de vehículos encontramos en el mercado como alternativa a los de combustión de gasolina y diésel:

Ahorro global con automóviles eléctricos

Más allá del ahorro derivado de elegir un modelo u otro, resulta fundamental considerar el ahorro global en combustibles fósiles que supone la elección de vehículos completamente eléctricos o híbridos.

Para conocer la implantación del coche eléctrico en la Unión Europea recurrimos a los datos de 2017 del EAFO (Observatorio Europeo para los Combustibles Alternativos). En todo el mundo no hay otro país con mayor número de vehículos eléctricos por habitante como Noruega, con un 34,72% (agregando BEV y PHEV). Le siguen Islandia con un  9%, Suecia con un 4,31%, Bélgica con el 2,29% y Finlandia con el 1,99%. España queda muy por debajo en lista con solo el 0,4%.

La combustión requerida para los desplazamientos que cada día se producen en las ciudades es responsable del 80% de la contaminación urbana. En ese sentido, reducir la cantidad de gases nocivos de nuestras calles es un aliciente más para migrar al vehículo eléctrico. Sin olvidar la menor contaminación acústica, pues su propulsión es prácticamente silenciosa.

Para incentivar su compra, cada vez más ciudades ofrecen plazas de aparcamiento gratuitas exclusivas para este tipo de vehículos y en algunas autopistas tienen peajes gratuitos. Además, los gobiernos aprueban cuantiosas ayudas para su compra e instalación de puntos de carga (plan MOVALT) y hay reducciones en el impuesto de circulación y el de matriculación.

Claro que también hay que tener presente que la energía eléctrica utilizada para cargar las baterías podría proceder de fuentes no renovables (combustibles fósiles o nuclear). Como solución, en países como España, en los que el autoconsumo desconectado de la red eléctrica no es tan frecuente (ni tan fácil), elegir electricidad generada mediante recursos renovables (hidroeléctrica, solar, eólica) es posible eligiendo comercializadoras 100% verdes.

Ejemplo sencillo: 100 kilómetros con cada coche

A modo de ejemplo ilustrativo, para calcular qué tipo de vehículo permite ahorrar más, vamos a calcular cuánto cuesta recorrer 100 kilómetros con un consumo medio aproximado. Obviaremos el coste de adquisición y el deterioro derivado de su uso. Para homogeneizar los datos, consideramos solo consumo eléctrico para los híbridos enchufables (PHEV) y los de autonomía extendida (REEV).

Con los parámetros establecidos en el ejemplo vemos que con el coche eléctrico o híbrido en consumo eléctrico el coste para 100 kilómetros es el menor de las cuatro alternativas.

Un tipo de coche para cada ahorrador

Por muchos cálculos que hagamos, la realidad es que cada ahorrador debe plantearse cuál es la fórmula más eficiente para desplazarse, una vez que se ha descartado el transporte público.

Las cifras de consumo facilitadas por los fabricantes de coches son solo cálculos realizados sobre modelos de conducción predeterminados. La forma de conducir de cada persona influye drásticamente sobre esas cifras, que no dejan de ser una aproximación o media de consumo en carretera, en ciudad o combinado.

En base al desembolso inicial, un modelo diésel o gasolina ya consolidado en el mercado será más económico que uno eléctrico o híbrido. Sin embargo, las ayudas del plan MOVALT disminuyen en buena medida el sobrecoste de elegir uno de combustible alternativo.

A pesar de su ahorro teórico, por su reducida autonomía y por la dependencia de la red eléctrica de los BEV (100% eléctricos) no serán la elección de muchas familias. Sí lo será para aquellos que solo utilizan el coche para trayectos cortos diarios. Otro punto negativo es que la carga normal requiere 6-9 horas, y los puntos de carga rápida son todavía escasos en las ciudades.

Y cuando la autonomía es el principal inconveniente, entonces la solución puede ser en prolongarla mediante vehículos híbridos, híbridos enchufables o de autonomía extendida. Esta opción mermará el ahorro por su elevado precio y por combinar el uso de combustibles tradicionales.

Aunque las averías y el mantenimiento requerido por un coche eléctrico prometen ser menores que en los de combustible tradicional, lo cierto es que las baterías tienen una duración estimada de 5 a 8 años y su reemplazo fácilmente supera los 5.000 euros. Al ser una tecnología relativamente moderna, cualquier inconveniente nos obligará a acudir al taller de la marca, sin alternativas de precios más ajustados.

Los vehículos de gas, o los que combinan gasolina y gas, representan un ahorro en combustible, pero restan espacio de almacenamiento al maletero y requieren puntos de repostaje de gas cercanos, no muy frecuentes.

Y, como conclusión final, cabe señalar que si apostamos por un vehículo eléctrico, aunque sea más eficiente, el ahorro estará condicionado por el precio del kWh de nuestra factura de la luz, a no ser que tengamos espacio en casa para instalar paneles solares fotovoltaicos, cuya instalación supondría otro desembolso que trasladar al coste de conducir nuestro nuevo coche eléctrico.

Si has empezado recientemente a mirar modelos de coches eléctricos o híbridos, como punto de referencia inicial, según el EAFO los modelos más vendidos en 2017 fueron Citroën C-Zero, Renault Zoe, Nissan Leaf, Mitsubishi Outlander PHEV y BMW i3.

 

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