A medida que van pasando los años, cada vez nos preocupamos más por nuestro dinero, por esos ahorros que hemos sido capaces de generar hasta el momento y por nuestros ahorros futuros. Le dedicamos muchas horas y esfuerzo a nuestro trabajo para obtener un salario a final de mes, el cual además de para nuestros gastos del día a día, destinamos a la creación de ahorro para necesidades y consumos futuros. Es el famoso “colchón” para nuestros futuros gastos e imprevistos, que nos da esa sensación de seguridad y tranquilidad.
Este tema, muchas veces ignorado cuando uno es más joven e inicia su trayectoria profesional, comienza a ser relevante a medida que nos planteamos los gastos e inversiones más importantes en los que incurriremos a lo largo de nuestra vida, como son la adquisición de un coche, una vivienda o simplemente a la hora de comprar un nuevo móvil. Es entonces cuando nos preguntamos ¿por qué ahorro tan poco? ¿en qué se me ha ido el sueldo este mes? Estas dudas, que todos nos hemos planteado alguna vez, serían más sencillas de resolver si nos marcásemos una disciplina presupuestaria.
¿Qué es la disciplina presupuestaria?
La disciplina presupuestaria, este término que puede parecer tan técnico, no es más que un método en base al cual nos marcaremos unos objetivos de ahorro de forma realista, según nuestros ingresos mensuales y nuestras necesidades y aficiones. De esta manera, al inicio de mes crearemos nuestro presupuesto mensual, con nuestros gastos fijos (vivienda, transporte, comida, ropa…) y nuestros ingresos, que en la mayoría de los casos corresponde con la nómina.
Por diferencia entre nuestros ingresos y gastos fijos obtendremos nuestro ahorro máximo. Una vez que hayamos calculado nuestro ahorro máximo, debemos decidir cuánto destinar a ocio y gastos no imprescindibles, de esta forma estaremos fijando nuestro ahorro mensual.
No se trata de renunciar a ese café con los compañeros de trabajo, ni a esas cañas con los amigos, simplemente marcarnos un objetivo de ahorro al comienzo de mes y tratar, en la medida de lo posible, de alcanzarlo. Para ello, existen varias aplicaciones de gestión de finanzas personales a través de las cuales vincular nuestras cuentas bancarias, incluso la propia aplicación de nuestro banco, o para aquellos más clásicos siempre podremos usar la hoja de Excel.
Y de esta forma sencilla, simplemente dedicándole un poco de tiempo a nuestras finanzas personales, podremos (i) fijar nuestro objetivo de ahorro y (ii) hacer un seguimiento de nuestros gastos reales. Seremos “los hombres de negro” de nuestra propia economía.
La disciplina presupuestaria nos sirve para fijar unos objetivos de ahorro, pero ¿qué ocurre cuando tenemos que realizar un trámite importante como la firma de una hipoteca o la compra de un coche? En este caso, lo único que necesitamos es tiempo e internet.
Internet, el arma para empoderar al consumidor
En una época en la que andamos siempre con prisas, y en la que nos perdemos en las tareas rutinarias del día a día, como el trabajo, ir a la compra o el cuidado de los hijos, deberíamos plantearnos dedicar un poco más de tiempo a nuestras decisiones financieras, ya que con el tiempo agradeceremos haberlo hecho.
Vivimos en la era de internet, y ya nadie pone en duda que la forma de consumir ha cambiado, comprar un libro por Amazon o adquirir las entradas para un concierto por internet es de lo más normal.
Actualmente, internet y las nuevas tecnologías en general, nos ofrecen un universo de posibilidades. Sin salir de casa, tenemos la capacidad de ver, analizar y comparar infinidad de productos, ya no es necesario desplazarse físicamente a los diferentes establecimientos para obtener información, existen múltiples herramientas y comparadores gracias a los cuales la información es cada vez más accesible, amplia y transparente. Sin lugar a dudas, internet ha empoderado a los consumidores de manera que ahora somos nosotros los que tenemos el control.
Sin embargo, la contratación de productos financieros por este medio no está al mismo nivel, bien por miedo o por desconocimiento, nos seguimos resistiendo a ello, a pesar de las ventajas que nos ofrece la contratación online de estos productos. Y es que, simplemente dedicando un poco de nuestro valioso tiempo a bucear por internet, seremos capaces de obtener importantes ahorros.
A modo de ejemplo, la compra de una vivienda es, por lo general, la mayor inversión que realizaremos a lo largo de nuestra vida y para ello la mayoría de los mortales tendremos que contratar una hipoteca.
Ahorra mucho, informándote bien
Una decisión tan importante como la elección del banco, no hay que realizarla al azar, y deberíamos plantearnos una serie de cuestiones para ello como son:
(i) la obligación de domiciliar la nómina
(ii) si existen comisiones de apertura de la misma
(iii) la obligación de contratar seguros y otros productos del banco
(iv) la existencia de otros costes ocultos.
Son en este tipo de gastos extraordinarios en los que se encuentra realmente la diferencia de coste entre las hipotecas ofertadas por las entidades bancarias y no tanto en el diferencial o en el tipo de interés fijo.
Otro ejemplo muy representativo es la contratación de depósitos bancarios. Muchas veces, nos dejamos llevar por la rentabilidad bruta que nos ofrece el banco, sin considerar esos costes o condiciones que de forma directa o indirecta afectarán a la rentabilidad neta del producto. Nos referimos, en este caso a (i) un período mínimo de permanencia, (ii) importe mínimo y máximo por el cual el cliente será remunerado, o (iii) el tipo de liquidación de los intereses.
En definitiva, con un poco de esfuerzo y dedicación, y gracias a las oportunidades que nos ofrece Internet, seremos capaces de incrementar nuestros ahorros y sacarle más partido a nuestro dinero. Y ahora piensa… ¿cuánto tiempo le dedicas a tu ahorro?