La guerra de Ucrania se adentra en su segundo mes con la esperanza puesta en los avances en las negociones de negociaciones de paz que han tenido lugar hoy en Turquía. Ante los riesgos de una guerra prolongada y con mayores consecuencias humanitarias, se ha alcanzado las primeras líneas sobre las que construir y lograr el fin del conflicto bélico. En concreto, sujeto al aval de los presidentes de Rusia y Ucrania, ambas partes se han comprometido a:
- Las tropas rusas a reducir la actividad militar en Kiev y en la asediada ciudad septentrional de Chernigov.
- Rusia permitiría la incorporación de Ucrania a la UE, a cambio de su neutralidad y renuncia a ingresar en la OTAN.
- Por su parte, Ucrania exige que su estatus de neutralidad esté avalado por el compromiso de la comunidad internacional de garantizar su seguridad a cambio de renunciar a incorporarse en la OTAN.
- Medidas para proteger el ruso como idioma en Ucrania.
- La posibilidad de que se produzca un encuentro entre ambos presidentes, Vladimir Putin y Volodímir Zelenski.
Entre los puntos críticos se mantiene las decisiones sobre la soberanía de Crimea y de la región del Donbas, manteniendo Rusia su objetivo de celebrar un referéndum sobre su estatus territorial futuro, que le permitiría al Gobierno de Putin presentar como un éxito su denominada operación militar especial.
Todo ello en un contexto en el que continúan agudizándose la crisis humanitaria y el ataque de Rusia a infraestructuras civiles e industriales a pesar del cambio de estrategia anunciado por el Gobierno ruso en los últimos días. Así, tras afirmar que su ofensiva militar se limitará a la región separatista del Donbas con el objetivo de realizar posteriormente un referéndum sobre su anexión a Rusia, siguen produciéndose movimientos para lograr la rendición de la ciudad de Mariupol y una posible división del país en dos. Un hecho que podría tener como consecuencia la pérdida total de Ucrania a la salida al mar Azov, a la espera de si Rusia finalmente decide extender su invasión a la ciudad de Odesa y al control del mar Negro.
Un escenario que daría lugar a la pérdida de Ucrania a sus salidas al mar lo que, junto a la destrucción de parte de sus infraestructuras y tejido industrial, dificultaría la recuperación económica del país y condicionaría la estabilidad social y política a futuro.
El escenario geopolítico seguirá perfilando la senda económica
El anuncio de estas bases de negociación se produce tras las reuniones de la semana pasada de la OTAN, el G7 y entre EEUU y la UE en las que se han confirmado la necesidad de reformar la defensa y la seguridad energética de Europa ante los riesgos geopolíticos que abre Rusia entorno a los países bálticos y del este y sobre el control de los recursos y la ruta del Ártico. Un enclave estratégico ya que, según un estudio del Servicio Geológico de EEUU de 2008, su deshielo podría abrir el acceso a la explotación de 90.000 millones de barriles de petróleo (equivalente al 13% de las reservas mundiales) y 44.000 millones de gas natural (30% del total de reservas).
En este sentido, es importante señalar que, desde el punto de vista geopolítico y económico, la soberanía del Ártico es compartida por Rusia, Noruega, Dinamarca, Canadá y EEUU. Al mismo tiempo que con el objetivo de coordinar las relaciones entre los Estados árticos se creó en 1996 el Consejo Ártico, incorporando en él a países próximos como Islandia, Suecia y Finlandia. Precisamente, los países nórdicos han advertido de la creciente militarización de la zona por parte de Rusia lo que, unido a la invasión de Ucrania, ha llevado a Suecia y a Finlandia a considerar una posible adhesión a la OTAN.
De esta forma, a la espera del escenario final de la guerra y de los términos de un posible acuerdo de paz, la geopolítica seguirá ganando protagonismo en la definición de las relaciones comerciales, tecnológicas, medioambientales, de defensa y económicas de un mundo con una nueva línea divisoria entre democracias con elevados niveles de libertad y autocracias. Un hecho que se ha constatado a la hora de condenar la invasión de Ucrania y establecer sanciones económicas a Rusia.
Según el último informe de Freedom House, los 82 países definidos como totalmente libre, entre los que se encuentran EEUU y los Estados miembros de la UE y el G7, a pesar de representar sólo un 20% de la población del mundo, concentran el 63% del PIB mundial. Mientras que los 56 considerados no libres, entre ellos Rusia y China, constituyen un 25,7% del PIB y un 37% de la población mundial.
De ahí que crezca el riesgo de un mundo con un mayor grado de fragmentación y definido en bloques, que iría acompañado de un freno del proceso de globalización, que ya mostraba señales de ralentización desde la crisis financiera global de 2008. Una tendencia que se vio reflejada con el Brexit, la guerra comercial entre EEUU y China en 2018, y a raíz de la pandemia ante la falta de diversificación geográfica de las cadenas de valores de productos estratégicos. A esta combinación de factores se une el consenso entre EEUU y la UE de reforzar los lazos comerciales y de defensa y apoyar a Europa en su proceso de lograr su independencia energética de Rusia. Como reflejo de ello el acuerdo recientemente firmado por ambos bloques en el que EEUU se compromete en 2022 a suministrar a la UE 15.000 millones de metros cúbicos de gas natural licuado adicionales, con los que se cubrirían un 10% de las importaciones de Rusia que ascendieron en 2021 a 150.000 millones de metros cúbicos. Todo ello en un contexto en la que la UE se ha comprometido este año a reducir en 2/3 las compras de gas natural a Rusia, que representa un gran reto ante la falta de plantas regasificadoras en los países más dependientes del gas ruso y de interconexiones intraeuropeas de sur a norte.
Por su parte, China tendrá que definir su política internacional y sus alianzas comerciales, que podrían pivotar a futuro hacia un posible bloque Eurasia aumentando sus relaciones comerciales con Rusia o India, país con el que comienza a tejer nuevas alianzas con la reciente primera visita oficial de su ministro de Exteriores a India desde los combates de 2020 en la frontera común de Ladaj. Sin embargo, a corto plazo, sobre la estrategia del presidente chino, Xi Jinping, podría pesar más la senda de desaceleración económica que afronta el país al representar EEUU y los países aliados en torno a un 78% de sus intercambios comerciales.
A los riesgos asociados a su postura ante la guerra de Ucrania, la coyuntura económica china sigue marcada por la atonía de su demanda interna, los importantes desequilibrios de su sector inmobiliario y el impacto de su estrategia de zero covid.En este sentido, el pasado domingo comenzó el confinamiento de la población de Shanghái durante 15 días y realizado en dos fases para controlar la expansión de la variante ómicron. Una situación que añade nuevas incertidumbres a los inversores y riesgos sobre la normalización de las cadenas de valor globales, que se han visto también afectadas con la invasión de Ucrania por la falta de suministro de materias primas y componentes clave para la industria.
De esta forma, se calcula que la restricción de la movilidad en Shanghái y otros núcleos de población, que representan un 33% del PIB chino, podrían tener un impacto de 46.000 millones de $ (3,1% de su PIB). Una circunstancia que podría lastrar el crecimiento económico esperado de un 4,8% anual este año, inferior al 5,5% fijado por el Gobierno, lo que abre la puerta a nuevos estímulos fiscales para impulsar la actividad socioeconómica.
La guerra lastra significativamente el sentimiento económico en Europa
La posibilidad de alcanzar un acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia reduciría los niveles de incertidumbre sobre el escenario e impacto final de la guerra. Sin embargo, previsiblemente no daría lugar a una retirada de las sanciones económicas a Rusia por parte de los países aliados, ni a un cambio en la estrategia de la UE sobre la necesidad de lograr una mayor diversificación de las bases de suministro energético. Al mismo tiempo que se desconoce cuándo Ucrania logrará normalizar la producción y suministros de materias primas clave industriales y alimenticias. De ahí que se mantengan a corto plazo los riesgos actuales sobre las tensiones inflacionistas y moderación de las expectativas de crecimiento, que serían más limitados si logra estabilizar a la baja los precios del petróleo y el gas natural a partir del 3T de este año.
En este sentido, la caída del precio del petróleo de los últimos días ha estado apoyada tanto por el escenario de un posible acuerdo de paz entre Ucrania y Rusia, como por el impacto de sobre la demanda de crudo del confinamiento de Shanghái, que podría reducir su consumo en 200.000 barriles diarios. Una moderación del precio del crudo que se mantiene a la espera de la reunión de este jueves de la OPEC, que podría tomar la decisión de no aumentar la oferta.
En este contexto, los primeros indicadores adelantados han confirmado el impacto en la confianza de los consumidores y las empresas en Europa, dada su mayor exposición comercial y energética. Todo ello en una semana en la que se conocerá la estimación preliminar de las tasas de IPC de marzo de la Eurozona, de Alemania y España, que reflejarán el impacto de la escalada de precios en las principales commodities de la invasión de Ucrania.
Todo ello en un entorno en el que se confirma el deterioro de la confianza de los consumidores ante la incertidumbre sobre la guerra, las elevadas tasas de inflación y el deterioro de la renta disponible. En concreto, en Alemania el Índice de Confianza del Consumidor de GFK se ha situado en -15,5 puntos ante la caída del indicador de perspectivas de ingresos de 25,0 puntos hasta –22,1 puntos, su menor nivel desde enero de 2009 (-22,9 puntos) y de perspectivas económicas de 33,0 puntos hasta -8,9 puntos. A su vez, la propensión a consumir se contrajo ligeramente en 3,5 puntos hasta -2,1 puntos.
Por su parte, según el instituto IFO, la menor demanda externa esperada ha provocado un fuerte retroceso del sentimiento entre los exportadores alemanes de 19,3 puntos a -2,3 puntos (vs. 17,0 puntos en febrero), su segundo mayor descensos de la serie histórica tras el sufrido en abril de 2020 ante la disrupción de la pandemia (-31,2 puntos). De esta forma, las empresas manufactureras proyectan una peor evolución de las exportaciones en los próximos 6 meses, especialmente significativo en el caso del sector del automóvil y del caucho y plástico. En contraste, las compañías del sector eléctrico y de electrónica prevén un aumento de las órdenes de pedidos internacionales.
Al igual que en España, el significativo incremento del precio de las commodities, la crisis energética, las sanciones, la falta de suministros de materias primas y productos intermedios procedentes de Rusia y Ucrania, la pérdida de poder adquisitivo de los hogares y los mayores niveles de incertidumbre condicionan a la baja las previsiones de crecimiento de Alemania. Ante esta combinación de factores, el IFO Institute en su escenario base ha rebajado el avance de su PIB en 0,6 pp a un 3,1% anual en 2022 (vs. 3,7% anterior), al mismo tiempo que proyecta que la inflación promedio anual se sitúe en un 5,1% frente a un 3,3% estimado anteriormente.
La evolución de la economía alemana será clave para definir el dinamismo final de la Eurozona, ya que el impacto de esta guerra se produce en un momento que crece el riesgo de que pueda sufrir una recesión económica este trimestre tras la contracción de su PIB de un 0,3% trimestral registrada en el 4T de 2021.