Cuando hablamos de un mercado como la bolsa, nunca se puede generalizar. La amplia diversidad de empresas que cotizan en ella hace que el comportamiento de unas y otras pueda ser muy diferente. Basta con observar quienes han sido los mejores y peores valores del Ibex en los últimos años para darse cuenta de ello:
En 2018 el Ibex-35, que se puede considerar como la media del mercado, cayó un -14%. Ahondando dentro del mismo, vemos cómo nada tuvo que ver el desplome del -40% sufrido por Mediaset o Banco Sabadell, con las subidas del +12% y +14% registradas por Iberdrola o Naturgy (la antigua Gas Natural).
Este comportamiento tan dispar no fue una casualidad, ni tampoco el hecho de que en un año complicado como 2018, donde saltaron las alarmas sobre la llegada de una recesión, fueran precisamente dos eléctricas las que consiguieron aguantar el chaparrón, y por el contrario fueran dos empresas ligadas al ciclo (Mediaset y Sabadell), las que peor lo pasaron.
Qué son las acciones defensivas
Las acciones defensivas son aquellas que se ven menos influidas por las variaciones económicas. Al contrario que las acciones denominadas cíclicas, las defensivas no crecen excesivamente en épocas de bonanza, pero tampoco se ven tan afectadas cuando la tendencia económica es negativa. En definitiva, varían menos, tienen menos volatilidad.
Normalmente, que una acción sea o no defensiva está muy ligado con el sector al que pertenece. Podríamos decir que dependen menos del ciclo económico, al contrario que otras, que se ven más afectadas por la marcha de la economía.
En general, aquellos sectores o valores relacionados con el consumo discrecional o el turismo, serán habitualmente cíclicos: la gente se anima a comprar cuando las cosas van bien, y restringe su compra cuando la crisis acecha.
Por el contrario, las acciones defensivas están más relacionadas con productos básicos, a los cuales el consumidor no puede renunciar o sólo en cierta medida, como el gasto en alimentación, electricidad y medicamentos.
No obstante, esta no es una clasificación cerrada, pues dentro de un sector considerado defensivo puede haber acciones más volátiles o de crecimiento, y en los sectores considerados cíclicos también puede haber subsectores o empresas con características defensivas.
Cómo identificar las acciones defensivas
Además de pertenecer a ciertos sectores, las acciones defensivas se identifican de un modo más o menos sencillo mediante su coeficiente beta. La beta de una acción mide la variabilidad de ésta con relación a lo que varía el promedio del mercado.
De esta manera, si el promedio se establece en el valor 1, las acciones con una beta inferior a 1 son menos volátiles, y por lo tanto serán defensivas: no crecerán tanto cuando el mercado suba, pero tampoco bajarán tanto cuando el mercado descienda.
Evidentemente, para identificarlas no es suficiente con mirar únicamente este parámetro, ya que podría variar con el tiempo. Parafraseando el clásico dicho inversor: betas pasadas no implican betas futuras. Por tanto, sirve para una primera aproximación, pero también habrá que observar su evolución en el tiempo, así como las del beneficio por acción (BPA), el ratio entre el precio de la acción y el valor contable, etcétera. En el caso de las acciones defensivas, estos valores suelen arrojar cifras razonablemente buenas y estables.
Adicionalmente, suelen ser acciones que tienen una política de retribución al accionista generosa y continuada a lo largo de los años, gracias, precisamente, a la propia estabilidad de la acción, basada en un modelo de negocio con pocas variaciones.
En muchos casos, pertenecen a sectores bastante regulados, lo cual les proporciona esa consistencia y poca variabilidad. En España, podemos citar como ejemplos a Enagás, Red Eléctrica Española o Bolsas y Mercados Españoles.
Cuándo invertir en acciones defensivas
Como indicamos anteriormente, parece que los tiempos de turbulencias son los más apropiados para invertir en este tipo de acciones.
No obstante, más que analizar cuándo invertir en acciones defensivas, habría que determinar qué porcentaje de nuestra cartera deberían representar éstas. Esto dependerá, no sólo del momento del ciclo económico que se está viviendo, sino también de nuestro perfil como inversor y del grado más o menos elevado de aversión al riesgo.
Por poner un ejemplo, si en función de nuestro perfil, consideramos que el porcentaje de acciones defensivas en nuestra cartera debería ser del 50%, podríamos pensar que en épocas de turbulencias deberíamos aumentar su peso al 70%, por ejemplo, y en tiempos de bonanza, reducir su participación al 30%.
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