Un concepto fundamental a la hora de enviar la orden de entrada al mercado es el denominado spread (horquilla). El spread es la diferencia entre el mejor precio de compra (demanda) y el mejor precio de venta (oferta) que hay en el mercado en un determinado momento.
Para entender el concepto, es conveniente conocer el funcionamiento de un libro de órdenes (formado por las órdenes de compra y de venta de acciones que están en el mercado, pendientes de ejecución), que nos proporciona información sobre los precios a los que los inversores quieren comprar o vender una acción.
La primera línea de datos numéricos del libro de órdenes, muestra el mejor precio de compra (el más alto que algún inversor está dispuesto a pagar por la acción) y el mejor precio de venta (el más bajo al que alguien está dispuesto a vender). A la diferencia entre estos dos precios se le denomina spread u horquilla.
En el ejemplo de libro de órdenes que aparece a continuación el spread sería de 0,002 (es decir, 5,1660 – 5,1640).
Es decir, en este preciso instante, si queremos comprar inmediatamente la acción, tendríamos que pagar 5,1660 € por cada una de ellas, ya que es el precio más barato al que alguien les ha puesto el cartel de “se vende”. En cambio, si queremos vender en este momento, lo haríamos a 5,1640 €, que es el mayor precio al que alguien está dispuesto a comprar.
Por tanto, en valores muy líquidos (con gran volumen de órdenes de compra y venta), lo habitual es que el spread sea menor que en acciones poco negociadas. La volatilidad (velocidad con la que se mueve el precio de la acción) también afecta al tamaño del spread, ya que en estas situaciones habrá cambios muy rápidos en el libro de órdenes.
El spread es muy importante cuando es el emisor del activo quien proporciona la liquidez, y no el mercado, como es el caso de los CFDs (Contratos por diferencias). Cuando operamos con CFDs existe una comisión implícita, que es la diferencia entre el precio al que compraríamos o venderíamos el activo subyacente (el activo cuyo precio replica el CFD) y el precio que el emisor nos ofrece para comprar o vender el CFD.
Si tomásemos como ejemplo un CFD emitido sobre la acción anterior, lo normal es que el emisor no nos permitiera vender a 5,1640 € ni comprar a 5,1660 € (que son los precios para la acción), sino que introduzca un pequeño margen a cada lado (por ejemplo comprarnos el CFD a 5,1630 € y vendérnoslo a 5,1670 €). Si, por ejemplo, decimos comprar el CFD a 5,1670 €, el bróker debería comprar la acción en mercado para poder responder por nuestras posibles ganancias si la acción sube. En ese momento lo hará a 5,1660 €, por lo que obtendría un margen de 0,001 € por cada CFD que compremos.
Como en definitiva, lo que hace el emisor del CFD es abrir la horquilla, cuando elegimos un bróker para operar con estos productos es importante conocer el spread estándar que tiene para cada CFD, además de las comisiones por compra-venta. Normalmente los emisores de CFDs fijan un spread estándar, que pueden ampliar en condiciones de menor liquidez o mayor volatilidad de lo habitual.