¿Nos hemos parado a pensar cuánto pagamos por cortar la etiqueta de la última chaqueta que estrenamos? ¿O cuánto nos cuesta rasgar el envoltorio de plástico de un smartphone nuevo? ¿Quizá el precio de salir conduciendo un coche nuevo del concesionario? En tiempos de crisis, seguro que muchos sí que nos hemos planteado esas y otras preguntas similares que terminan justificando la compra de productos ya usados.
Unido a una crisis que se prolonga en el tiempo, el consumo de artículos de segunda mano se ha instalado en nuestra sociedad como una alternativa ahorradora. Se ha visto impulsado por el auge de las compras online y, cuando se atisban mejoras económicas, en vez de disminuir, continúa su crecimiento.
Tiendas online, el trampolín de la segunda mano
De 2009 a 2015 la economía y los ahorradores han cambiado mucho. Atendiendo a los datos del Observatorio Cetelem de Consumo Europa, en este período, un 23% de los españoles revende más objetos, aparatos electrónicos y ropa. En cuanto a la demanda, un 19% más decide comprar dichos artículos de segunda mano.
Puede haber diversas causas que nos lleven a optar por productos usados, pero la razón fundamental es el ahorro, como también demuestra el estudio:
- Para un 60% de los españoles, la mayor reventa de objetos, aparatos electrónicos y ropa se debe a razones económicas.
- Por el mismo motivo, un 61% de los españoles compra más bienes usados.
De la misma fuente también se extrae el deterioro del comercio tradicional frente al auge del electrónico: un 38% de los encuestados dedica menos tiempo a comprar en tiendas tradicionales, mientras que un 47% pasa más tiempo comprando por Internet.
No hace tanto tiempo que para vender un bien usado insertábamos anuncios en periódicos dedicados al mercado de segunda mano. En aquel entonces, para comprar había que estar atento y rebuscar bien los días que se publicaba el periódico. Hoy día, todo es mucho más fácil y accesible a clic de ratón, en el ordenador, o a golpe de pulgar, en el teléfono móvil. En un instante se puede filtrar por tipo de producto, ver fotografías y características completas, comparar precios y contactar con el vendedor.
La confianza en la otra parte se ha conseguido gracias a los sistemas de referencias tras la compraventa, de modo que los perfiles de usuario con un porcentaje de recomendación del 100%, o próximo al mismo, gozan de una enorme fiabilidad. Por contra, una referencia negativa supone la inmediata pérdida de confianza en un vendedor/comprador y, probablemente, el final de su perfil de usuario. Igualmente, en este tipo de operaciones existe un período de garantía fijado por la ley de forma que el vendedor debe responder por el producto vendido durante el período mínimo de seis meses, o el pactado con el comprador.
Cuantificando la segunda mano
Como hemos visto anteriormente, es evidente el auge de la segunda mano, ligada al de las compras online. Por tanto, para profundizar un poco más, resultan muy apropiados los datos de segundamano.es, uno de los mayores portales de compraventa de productos usados.
Según dicha web, desde 2008 se ha duplicado el número de usuarios que buscan, compran o venden artículos usados por Internet y su oferta se ha cuadriplicado. Traducido a euros, en España se venden más de 2.300 millones de euros en productos de segunda mano.
¿Cuánto nos cuestan los productos de segunda mano y cuánto ahorramos?
En 2014, los españoles que compraron este tipo de bienes gastaron de media 164 euros, siendo los productos más demandados los de electrónica, hogar, ocio y deporte, moda y niños.
Considerando que esos son los productos más demandados, la diferencia entre comprar un artículo nuevo y uno usado nos supone un ahorro medio de 205 euros.
¿Y siempre ahorraremos?
El ahorro con la segunda mano parece innegable. Sin embargo, para asegurar que así sea, a pesar de ser un bien usado, debería reportarnos la misma utilidad que un bien nuevo.
Para maximizar el ahorro, nunca deberíamos asumir que optar por un bien de segunda mano signifique menor calidad o durabilidad: si nos compramos un vehículo usado que no funciona como uno nuevo y en el que vamos a tener que gastar continuamente en reparaciones, entonces el ahorro no será tal.
Por otra parte, para cuantificar si toda la diferencia de precio se traduce en ahorro deberíamos conocer exactamente cuánto cuesta ese bien nuevo y cuánto valor le resta el uso de su anterior propietario.