En el mundo corporativo, la guerra de adquisiciones puede ser tan feroz como cualquier conflicto militar. Al igual que los ejércitos, las empresas recurren a tácticas extremas para defenderse de los agresores. Una de estas tácticas es la «táctica de la tierra quemada», inspirada en la estrategia empleada por el ejército ruso durante la invasión de Napoleón en 1812. Los rusos, al ser superados por las fuerzas napoleónicas, optaron por negar cualquier recurso valioso al enemigo. Mientras se retiraban, destruyeron cosechas, molinos de viento, puentes y ganado, e incluso quemaron su capital, Moscú, dejando a los franceses sin suministros, ni lugar donde cobijarse. Esta devastación, sumada al duro invierno, obligó al ejército francés a retirarse.
La táctica de la tierra quemada en el ámbito empresarial es una estrategia defensiva utilizada por una empresa para evitar una OPA. Esta estrategia implica tomar medidas que hagan que la empresa sea menos atractiva para el adquirente potencial. Las acciones pueden incluir la venta de activos valiosos, asumir deudas significativas o incluso la reestructuración corporativa que complique la integración post-adquisición.
La premisa detrás de esta táctica es simple pero efectiva: al reducir el valor percibido de la empresa, se desalienta al agresor de seguir adelante con la adquisición. Sin embargo, esta táctica también conlleva riesgos significativos, ya que puede dañar la viabilidad a largo plazo de la empresa y afectar negativamente a sus accionistas.
En 2010, Air Products and Chemicals Inc. lanzó una OPA hostil para adquirir Airgas Inc. En respuesta, Airgas implementó la táctica de la tierra quemada: vendió activos no esenciales y asumió deudas adicionales para volverse menos atractiva. Estas medidas estratégicas aumentaron el costo y el riesgo de la adquisición, lo que llevó a Air Products a retirar su oferta.
Sin embargo, esta táctica no siempre es efectiva ya que, por ejemplo, en los años 80, la empresa minera Asarco intentó usar la táctica de la tierra quemada para defenderse de una adquisición hostil por parte de Grupo México. Asarco se endeudó masivamente y vendió varios activos clave. Aunque inicialmente logró disuadir a Grupo México, con el tiempo, la carga de la deuda y la pérdida de activos debilitaron tanto a Asarco que finalmente tuvo que declararse en bancarrota y fue adquirida de todos modos.
En conclusión, la táctica de la tierra quemada es una estrategia extrema, pero a veces necesaria para las compañías que buscan una alternativa para evitar una OPA hostil. Si bien puede ser efectiva a corto plazo, las implicaciones a largo plazo deben ser cuidadosamente consideradas. Para las empresas que se enfrentan a la amenaza de una adquisición no deseada, esta táctica ofrece una herramienta poderosa pero arriesgada en su arsenal defensivo.