La subsistencia de la humanidad depende de tres grandes cultivos desde el principio de los tiempos: maíz, trigo y arroz. La tecnología ha impulsado la agricultura para obtener más producción con la misma tierra y menos agua. Ya somos más de 8.000 millones y la población mundial sigue creciendo, vivimos un cambio climático y los recursos naturales se hacen escasos.
Las previsiones apuntan a que seremos más de 10.000 millones en 30 años, lo que precisará de un aumento del 50% en la producción agrícola y del 70% en la carne, sobre todo ante el crecimiento de la clase media en China e India. ¿Cómo será la agricultura del futuro?
La agricultura del futuro
La implantación de la tecnología en la agricultura ha permitido que desde el año 2000 la rentabilidad de los cultivos de maíz haya subido un 35%, por un 25% de los de trigo y un 23% de la soja, según datos de JP Morgan.
Esta modernización de la agricultura ha llegado a través de la gestión de las plagas y las semillas, así como de la forma en que se produce. Se ha avanzado en el uso de GPS para optimizar el uso de combustible y semillas y en el del Big Data para analizar modelos de predicción meteorológica, niveles de nutrientes y pesticidas. Estos cambios han permitido que los agricultores tengan ahora más control que nunca sobre la tierra.
Cambios y desafíos
La población global aumenta considerablemente y ese ya es un desafío enorme en sí mismo. Pero, además, se están produciendo cambios en la dieta de muchas personas que afectan al consumo de productos agrícolas.
Por ejemplo, el consumo de soja ha aumentado en Europa hasta alcanzar los 18 millones de toneladas en 2021 y 2022, mientras que el consumo de carne (vacuno y ovino) sube en India y China.
Sin embargo, el gran problema de la agricultura es el cambio climático, porque están aumentando los eventos meteorológicos graves (huracanes, inundaciones, sequías, etc.) que presionan la oferta y elevan los precios.
Los expertos advierten que el calentamiento global provoca un cambio geográfico lento pero evidente en las zonas de producción agrícola, mejorando las previsiones del hemisferio norte (Canadá, Escandinavia, EE.UU.), pero empeorando las del sur (Chile, Suráfrica, Nueva Zelanda, Argentina, etc.) ante la mayor probabilidad de eventos meteorológicos adversos.
¿Qué se puede hacer para mejorar la agricultura?
La agricultura todavía tiene margen de mejora si aplicamos innovaciones tecnológicas, como la de los nuevos tractores que llevan cámaras y procesadores para identificar las malas hierbas y las cosechas, y rocían herbicida solo en las primeras (ahorro de herbicida).
Agricultura de precisión
Algunos ejemplos son las mejoras en las semillas (más resistentes a inundaciones, menos necesidad de agua, más producción por metro cuadrado) y los fertilizantes, y la capacidad de identificar en cada parcela las necesidades en cantidad y tipo de fertilizante. Todo esto se denomina agricultura de precisión y también viene acompañada por mejoras en la previsión meteorológica.
Granjas verticales
La agricultura de precisión optimiza la producción de grano, pero la de productos hortofrutícolas aumentará previsiblemente con las granjas verticales, que son entornos de tipo invernaderos, de temperatura controlada y donde no se necesitan pesticidas. Estas granjas permitirán más cosechas al año.
¿Cómo invertir en la agricultura del futuro?
El sector agrícola no avanza tanto como debería. Desde 2016 cuando Bayer compró Monsanto por 66.000 millones de dólares no ha habido una gran operación en el sector.
No obstante, hay fondos especializados en las materias primas agrícolas y que invierten en empresas del sector tales como Deere, Nutrien o Corteva, como por ejemplo el DWS Invest Global Agribusiness, que invierte de forma flexible en la cadena de valor agrícola, desde las semillas hasta el supermercado. En concreto se centra sobre todo en las siguientes áreas: fertilizantes, tecnología agraria, equipamiento, semillas y control de plagas, logística agraria, tratamiento y distribución.
Para poder adoptar una decisión de inversión fundada, antes de la contratación resulta esencial consultar el DFI (documento de Datos Fundamentales para el Inversor) de cada fondo, donde podrás obtener más información sobre el nivel de riesgo, la gestora o depositaria de cada uno, entre otras. Podrás acceder a estos documentos pulsando en el apartado «Información legal» que ponemos a tu disposición en la ficha de cada fondo y en la boleta anterior a la suscripción de los mismos.
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