A pesar de que siempre se ha hablado de la “importancia de ahorrar para la jubilación”, en los últimos tiempos esta idea ha irrumpido aún con más fuerza. Con la actual crisis financiera estamos viviendo cambios que han venido para quedarse y que harán que el futuro sea totalmente diferente al que conocemos hasta día de hoy. No sólo el mundo del trabajo será diferente, sino también nuestro futuro financiero una vez que nos jubilemos y abandonemos el mercado laboral.
Es normal que en las etapas más jóvenes de nuestras vidas sólo pensemos en incrementar nuestros recursos para poder llevar una vida lo más confortable posible, sin preocuparnos de qué será de nosotros cuando debamos abandonar el mercado laboral para siempre. Está comprobado que, por norma general, las personas sólo se comienzan a preocupar por su jubilación alrededor de los 50 años de edad.
Las generaciones anteriores a la nuestra, nuestros padres y abuelos, podían desarrollar su vida con la tranquilidad suficiente puesto que con toda certeza sabían que dispondrían al final de su vida laboral de una pensión de jubilación más que suficiente para poder vivir su vejez sin sobresaltos.
El actual sistema público de pensiones que tenemos en España es un sistema de reparto, en el que las pensiones de HOY se pagan con las cotizaciones de las personas que trabajan HOY.
El nuevo contexto laboral (elevado paro, trabajos que desaparecen, menores salarios, entrada más tardía al trabajo de los jóvenes…) junto con la tendencia demográfica que existe en España, por la que cada vez seremos más viejos (se estima que en el año 2050 el 40% de la población española tendrá 60 o más años), incrementa alarmantemente las posibilidades de que en el futuro el sistema nacional de pensiones no pueda hacer frente a todas nuestras necesidades.
Cada vez se tendrán que pagar más pensiones y habrá menos cotizantes para poder hacer frente a ellas, por lo que sólo quedarán dos soluciones: que cada trabajador pague más cotizaciones (más impuestos) o que los pensionistas cobren menor pensión.
Las medidas que han venido tomando los diferentes gobiernos en todo lo relacionado con el sistema de pensiones (aumentar edad de jubilación, incrementar años de cotización para el cálculo de la pensión…) van encaminadas hacia lo segundo.
Es hora de ponerse manos a la obra
Así pues, ante la situación que describimos y que nos acerca a un futuro bastante incierto, es necesario plantearse la necesidad de comenzar a construir nuestro capital de cara a la jubilación desde los inicios de nuestra vida laboral.
La forma más rápida para afrontar la jubilación es construir una cartera de inversión con un espacio temporal de largo plazo, en la que vayamos realizando compras periódicas año tras año.
La cartera debe ser lo más eficiente posible tanto desde el punto de vista de la fiscalidad como desde el punto de vista de las comisiones. Entre las opciones para hacerlo estarían productos como los fondos de inversión o los ETF, en los que podemos ir invirtiendo según vayamos estimando conveniente, siguiendo un plan que nosotros mismos nos tracemos. Pero no nos olvidemos de que, además, hay productos especialmente diseñados para ahorrar de cara a la jubilación, como los planes de pensiones. Especialmente por sus ventajas fiscales, son productos a tener muy en cuenta.
Los planes de pensiones unen el dinero de muchos ahorradores preocupados por su jubilación, para que este sea invertido por un gestor profesional en aquellos mercados y tipos de activos que se consideren más oportunos en función del tipo de riesgo que se desee asumir. Al manejarse patrimonios más grandes, ello permite una mejor diversificación y un mayor ahorro de costes que si invirtiéramos por nuestra cuenta, aparte de dejar la decisión de los activos a incluir en la cartera en manos de un gestor experimentado.
Una de las principales ventajas de los planes es su fiscalidad, como decíamos antes, ya que lo que aportes reduce tu base imponible, por lo que en función de tu tipo marginal puedes ahorrarte hasta 470€ por cada 1.000€ aportados, admitiéndose aportaciones máximas anuales de 8.000 €. Frente a esta ventaja, y a diferencia de lo que ocurre si invierto en un fondo de inversión o un ETF, los planes están concebidos como un ahorro para la jubilación, por lo que el dinero solo puede recuperarse en casos concretos, como la propia jubilación, paro prolongado, fallecimiento… Al menos, la última reforma de la ley ha incluido un nuevo supuesto de rescate de los planes de pensiones, que es el haber transcurrido 10 años, lo cual permite flexibilizar esta desventaja.
Los planes de pensiones no son los únicos productos pensados para la jubilación: también están los Planes de Previsión Asegurados (PPA), los Planes Individuales de Ahorro Sistemático (PIAS) o los seguros de jubilación. Sin olvidar de la novedad de la última reforma fiscal, el Plan de Ahorro 5, que tendrá la forma de un depósito o seguro y que también cuenta con ventajas fiscales. De todos ellos podemos hablar en otra ocasión.
Por último, no olvidemos que hacernos dueños de nuestro futuro requiere que nos prestemos a un proceso de formación continua en el ámbito de las finanzas personales, estudiando cómo funcionan los diferentes productos financieros, cómo sacar provecho de la evolución de la coyuntura económica y de los diferentes cambios legales que puedan tener impacto en nuestros ahorros.