Los informativos están llenos de noticias sobre meteorología extrema, la subida de los niveles del mar, falta de recursos y la polución de las grandes ciudades, por citar solo unos pocos que se están produciendo en todos los continentes y con consecuencias para todos. Las inversiones no pueden quedarse al margen: el cambio climático ya no es una amenaza teórica.
El cambio climático soporta ciertos mitos que algunos inversores todavía no han superado y que les impide ver las oportunidades que presenta esta nueva situación.
Estos son los seis grandes errores que se cometen sobre la inversión sostenible en cambio climático:
1. El problema meteorológico procede del calentamiento global
Para muchos inversores, el calentamiento global tiene la imagen del hielo ártico derritiéndose. Pero el problema tendría otros aspectos más mundanos y tangibles, como la contaminación de las ciudades, la falta de recursos (como el agua en ciertas zonas de África), la mala gestión de residuos (los plásticos que acaban siempre en el mar y contaminan nuestros alimentos) o la falta de eco diversidad (bosques que se talan para obtener madera o dedicarlos a monocultivos en Asia, África o América Latina).
2. Una estrategia ESG ya es suficiente
La paulatina incorporación de estándares medioambientales, sociales o de gestión de riesgos (criterios ESG, Environmental, Social and Governance) son elementos de una estrategia de inversión cada vez más habituales. Pero no son una solución. Hace falta mucho más que los ESG para crear un impacto positivo en el cambio climático y la situación se pueda recuperar.
Hace falta invertir en empresas. Primero, en un contexto de capital riesgo donde las actividades empresariales ya arranquen con efectos positivos en el medioambiente. Y luego, en las ya cotizadas, cuando la filosofía haya cambiado a mejor. Un buen ejemplo es la industria química verde, que se dedica a reducir el uso de derivados de combustibles sólidos en paquetería, pinturas o barnices.
3. Las energías renovables son la solución principal
Esto tampoco es cierto. Las renovables siempre han estado sobre la mesa cuando se hablaba de cambio climático e inversión sostenible, pero hay mucho más que energía solar o energía eólica. Dicen los expertos que hay que trabajar en los medios de transporte y en minimizar su impacto, no solo pensando en los coches eléctricos, pues también hay muchas empresas dedicadas a cambiar baterías, crear estaciones de servicio eléctricas, etc., que contribuyen a un transporte más favorable al medio ambiente de una forma menos visible.
Volviendo a la química verde, ésta no tiene tanta atención como la energía alternativa, pero ofrece un abanico de posibilidades enorme para reducir el uso de derivados de combustibles fósiles. Lo mismo que ocurre con nuevos modelos de negocio sobre reciclado, materiales de compostaje para paquetes, generación eléctrica a base de residuos y procesos de tratamiento de aguas y residuos.
Y en cuanto a los alimentos, la demanda de proteínas animales junto con el aumento de la población mundial y su renta, incentivan las emisiones. El ganado es una fuente de emisión de gas metano, que es 30 veces peor que el CO2. Explorar alternativas sostenibles de proteínas desde el mar o de otras fuentes podrían tener un impacto muy elevado, tanto en el medioambiente, como en los mercados de alimentos.
4. Las renovables necesitan ayudas para ser rentables
Los costes para la generación de energías renovables han bajado sensiblemente y su precio es ahora competitivo en muchos mercados. La idea de que solo son viables con ayudas públicas quedó anticuada por tres razones de peso:
- En primer lugar, por la mejora de la tecnología. Ya es posible disponer de energía alternativa en lugares muy pequeños y remotos. No olvidemos que los paneles solares han bajado de precio un 60% en la última década.
- En segundo lugar, los mercados no son idénticos. Los precios de la energía, al igual que las fuentes para la energía solar o eólica, varían de un lugar a otro. Esto hace de estas energías una alternativa muy competitiva en algunas regiones y menos en otras, lo que deja espacio a los inversores para encontrar los proyectos específicos.
- Y, en tercer lugar, una creciente demanda hacia el cambio, que está permitiendo que los consumidores ahorren dinero gracias a fuentes de energía confiables y sostenibles. Las infraestructuras obsoletas en los mercados desarrollados y la ausencia de redes en los emergentes están impulsando la demanda.
Los analistas recomiendan buscar esos proyectos específicos, a veces de perfil bajo, en ciertos países emergentes que podrían ser más realistas y rentables que los grandes proyectos en países desarrollados.
5. Invertir en tecnologías verdes ya es un caballo perdedor
Como ha ocurrido en otras áreas donde se han producido inversiones incipientes, la tecnología verde ha tenido sus alzas y sus bajas, sus éxitos y sus fracasos. Por ejemplo, la apuesta no tendría por qué ser por quien encuentre la solución definitiva para la desalinización del agua marina, sino por quien desarrolle el software que regule y mejore los sistemas de filtración del agua en las plantas desalinizadoras actuales.
6. El cambio climático depende mucho de los cambios regulatorios
Sí, pero no. Por ejemplo, en Estados Unidos se percibe claramente el desinterés del gobierno Trump por la causa medioambiental. Sin embargo, muchos estados y ciudades han legislado de forma ambiciosa contra el cambio climático. Por ejemplo, Nuevo México, California, Hawaii y el Distrito de Columbia tienen como objetivo utilizar energía 100% renovable para 2045. De nuevo, se establecen diferencias de las que los inversores pueden sacar partido.
Así, lo importante es entender que una estrategia inversora que favorezca el cambio climático tiene que incluir ideas grandes e ideas pequeñas. Ideas dirigidas a las grandes amenazas del calentamiento global como la contaminación, la escasez de recursos, etc., e ideas dirigidas a más pequeña escala que puedan dar rentabilidades más notorias al afrontar problemas más específicos y más focalizados en aspectos concretos. Aunque, la forma más directa y sencilla de invertir en este sector es a través de fondos de inversión sostenibles, que hagan parte del trabajo por nosotros.
Te recordamos que la inversión en fondos implica asumir un determinado nivel de riesgo, que dependerá del fondo que desees contratar. No todos los fondos de inversión son iguales y tienen distintos niveles de riesgo en función de distintos factores. En nuestra web se puede consultar, tanto en el buscador como antes de la contratación de cualquier fondo, el DFI (Datos Fundamentales Inversor), el Informe Semestral y el folleto completo correspondiente, para conocer las características, costes y riesgos de cada fondo. Estos documentos también se encuentran accesibles en la web de la CNMV (www.cnmv.es).
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