Las empresas financieras se están viendo obligadas a convivir en un entorno de bajos tipos de interés y ralentización económica, lo que implica retornos muy bajos en sus actividades principales. En el caso de las gestoras de patrimonios o bancos privados, además, los ingresos por trading y asesoramiento tampoco son positivos, por lo que buscan nuevas áreas de crecimiento y adaptarse a la llegada de los nuevos jugadores tecnológicos. En este artículo conoceremos las tendencias y oportunidades del sector financiero.
A pesar de todo, los expertos apuntan a que a ninguna de estas industrias del sector financiero les va a faltar oportunidades en los próximos años. Por ejemplo, en la consultora Oliver Wyman identifican oportunidades de crecimiento potencial en los mercados emergentes y en China, así como nuevos modelos de negocio y áreas tales como los mercados privados.
El reto ahora es encontrar nuevas proposiciones para los clientes, ganar cuota de mercado identificando sus nuevas necesidades y combatir la llegada de las FinTech. No obstante, estos movimientos deberían estar acompañados de un fuerte impulso de la actividad principal. Aunque reubicar el negocio pueda ocasionar mayores costes, la banca minorista nunca ha tenido una necesidad tan urgente de reestructurarse.
La gestión de activos está en un cruce de caminos
La gestión de activos se encuentra en una curiosa paradoja. En los últimos cinco años, los ingresos han crecido del orden del 4% al 5%, impulsados por la subida del valor de los activos y la entrada de nuevos capitales. A finales de 2018, los ingresos tocaron techo en los 326.000 millones de dólares, con más de 80 billones de dólares de activos bajo gestión.
A pesar de estas cifras, las valoraciones de mercado para la industria bajaron a un mínimo de 20 años en 2018, puesto que los inversores se cuestionaban su potencial futuro. La clave fue el cambio hacia la gestión pasiva, que ya supone más del 25% del total de activos bajo gestión, y que obliga a recortar sensiblemente las comisiones por gestión.
Así, las pérdidas de ingresos por la guerra de las comisiones han compensado la entrada de nuevos capitales para la gestión pasiva, incluso cuando se prevé que los ingresos por gestión activa caigan en más de una tercera parte en los próximos cinco años.
Nuevas oportunidades: emergentes
El dato clave es que los clientes en los mercados desarrollados representan el 85% de los activos bajo gestión globales. Esa cifra podría cambiar muy pronto, puesto que los clientes de países emergentes ahora suponen el 35% de los nuevos capitales, reflejando el cambio en la nueva generación de ricos. Dicho esto, el desarrollo de los capitales en los mercados emergentes podría representar una oportunidad de ingresos cercana a los 30.000 millones en los próximos cinco años.
En China, los cambios regulatorios aplicados a finales de 2018 podrían permitir la entrada de gestores de patrimonios extranjeros. Se prevé que China impulse el 50% del crecimiento futuro de los ingresos de los mercados emergentes, mientras que los activos bajo gestión local podrían crecer a un ritmo compuesto del 13%, y alcanzar los 7 billones para 2023.
Sin duda, los gestores de activos internacionales pueden sacar ventaja de este nuevo acceso a un gran mercado que, a largo plazo, podría proporcionar una cartera de inversores para operaciones de todo tipo.
Mercados privados y nuevas tecnologías
Los mercados privados podrían ofrecer otro nicho de mercado. En los últimos años, el crecimiento en los mercados privados (es decir, los que no cotizan), tanto de deuda, como de acciones, ha superado de largo el de los mercados públicos, pero la inversión en estos últimos está copada por los clientes institucionales: planes de pensiones, fondos soberanos, etc.
No obstante, en los próximos cinco años, una creciente proporción de los nuevos flujos de capitales podrían provenir de los más ricos, aseguradoras o de nuevos planes de contribución. Se estima que si se permitiera el acceso a los mercados privados a estos nuevos grupos, mediante nuevos y mejores modelos, se podrían conseguir unos 23.000 millones en nuevos ingresos.
Por último, la nueva tecnología va a permitir que las soluciones se adapten a cada consumidor, lo que abrirá nuevos mercados con un potencial de 7.000 millones. La rápida evolución en la gestión de datos y la automatización digital podrían traer esa gestión de las inversiones a nuevos nichos como el de los ahorros para la jubilación. Para ello, los gestores tendrán que competir entre ellos, así como contra los nuevos participantes tecnológicos y los distribuidores.
Aunque acceder a estas nuevas áreas de negocio será todo un reto, estos nichos de mercado podrían crecer al 8% anual durante los próximos tres a cinco años, con unos ingresos potenciales que supondrán entre un 38% y un 50% de la industria total.
Problemas para la banca minorista
En el actual entorno macroeconómico la banca minorista puede buscar nuevos nichos dentro de las transacciones, como los pagos entre empresas y la gestión de la liquidez. Para financiar el crecimiento de estos nuevos nichos, cada banco debería identificar servicios, productos y clientes donde pueda ser líder y mejorar su eficiencia. Por eso, todos los bancos tendrían que cerrar negocios no competitivos y que destruyen valor.
Los ganadores serán los que tengan el presupuesto y el liderazgo suficiente para centrarse en sus fortalezas, acceder a nuevas áreas y salir de negocios obsoletos. Los bancos con más debilidades en el punto de partida tendrán que cortar más que otros para liberar el capital necesario para defenderse.
Si los bancos afrontan el reto, una combinación de nuevas acciones, los actuales programas de reducción de costes y un crecimiento de los ingresos modesto deberían impulsar el ROE medio (retorno sobre las acciones) hasta cerca del 12% para 2021, desde el 10% actual, con los líderes al 15% y los más retrasados al 9%.
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