Las cada vez más numerosas noticias sobre nuestro sistema de pensiones y su “necesaria reforma” para garantizar “el sostenimiento de las pensiones públicas” llevan a muchas personas a plantearse diversas cuestiones:
- ¿Cobraré algo cuando me jubile?
- ¿Es irremediable esta tendencia?
- ¿Es cierto todo lo que me cuentan sobre los planes de pensiones? (¡que no, que algunas cosas son mentira!)
- ¿Somos tan malos los españoles gestionando? Entonces, ¿cómo hacen en otros países?
- Y en el ámbito individual, ¿qué puedo hacer para tratar de garantizarme una jubilación digna?
En este artículo, trataremos de dar respuesta a algunas de estas preguntas, y a otras cuestiones relacionadas.
Qué problemas tiene actualmente el sistema de pensiones
Desde el punto de vista del país, el sistema de pensiones presenta ciertas grietas que conviene reparar antes de que se hagan más grandes.
El déficit de la Seguridad Social alcanzará el 1,7% del PIB español en 2016 (supone un desfase de unos 18.000 millones de euros entre los ingresos y los gastos), y se prevé que ronde el 1,4% en 2017.
Además, la situación no se prevé que mejore próximamente, puesto que, por el lado de los ingresos, aunque están aumentando los cotizantes, todavía estamos lejos del punto de equilibrio, y además los empleos que se crean son, en muchos casos, precarios y mal remunerados (lo que implica bajas cotizaciones).
Y, además, existen cuantiosas bonificaciones a la contratación, lo cual reduce todavía más lo que se recauda por cotizaciones (en definitiva, que el aumento de cotizantes, en porcentaje, es mucho mayor que el incremento de la recaudación).
Mientras, por el lado de los gastos, estos continúan aumentando, puesto que, a pesar de algunas de las medidas que ya se han tomado, como desindexar las pensiones respecto al IPC, o aumentar la edad de jubilación, el número de pensionistas continúa aumentando y lo seguirá haciendo en los próximos años, con la jubilación de los nacidos en el baby boom español, en la década de los sesenta y setenta.
Para más inri, el aumento de la esperanza de vida ocasiona que, en muchos casos, el importe de lo cotizado no llegue para pagar lo que luego cobra el pensionista a lo largo de los años (cuando se publicó la Ley de bases de la Seguridad Social, en 1963, la esperanza de vida media sólo era ligeramente superior a la edad de jubilación).
Soluciones para salvar el sistema de pensiones español
Algunas de las soluciones que se proponen para arreglar este problema ya se han puesto en marcha, si bien no es descartable que en unos años se profundice más en ellas. Éstas van en la línea de lo que propone el Libro Blanco para unas pensiones adecuadas, seguras y sostenibles, editado por la Unión Europea, que recomienda:
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Alinear la edad de jubilación con el aumento de la esperanza de vida
Es decir, retrasar más la edad de jubilación, para que cobremos durante menos años.
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Restringir el acceso a la jubilación anticipada
En línea con el anterior, con ello se retrasa la edad media de jubilación.
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Estimular la prolongación de la vida laboral
Así, hemos oído recientemente una propuesta de la Ministra de Empleo, Fátima Báñez, para hacer compatible el trabajo con el cobro del 100% de la pensión.
Además, existen otras posibilidades, como:
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Cambiar el sistema, al menos en parte, de reparto a capitalización
Esto significa que, en lugar de cotizar para abonar las pagas de los jubilados, lo hagamos para nuestra propia jubilación.
El sistema de capitalización individual suele tener una rentabilidad más elevada, además de fomentar el ahorro, ya que la persona ve cómo va aumentando el capital que reúne para su jubilación.
Este sistema podría ser gestionado por la Administración y/o por entidades privadas.
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Rebajar las bonificaciones a la contratación
Existe cierta polémica acerca de hasta qué punto incentivan la contratación. Pero lo que sí tienen es un efecto claro sobre la recaudación, que se reduce.
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Financiar parte de las pensiones con impuestos
Para esta opción, hay tres variantes:
- Pasar algún tipo concreto de pensión a los Presupuestos Generales del Estado (por ejemplo, las de viudedad y orfandad, como ya se ha propuesto).
- Crear algún impuesto o tasa nueva para financiar el déficit del sistema (similar, por ejemplo, al llamado “céntimo sanitario” con el que muchas comunidades gravan las gasolinas).
- Integrar el sistema de la Seguridad Social y el de Hacienda, de forma que lo recaudado por ambas vías pueda servir para pagar las pensiones (es decir, que no se utilicen las cotizaciones únicamente para ello, sino que se puedan utilizar impuestos en la medida que hagan falta).
Qué soluciones han previsto en otros países
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Pasar a un sistema de capitalización
En este sistema, el que cada trabajador sí que tiene reservado lo que va cotizando y los rendimientos que se obtengan de ello (es un sistema similar a un plan de pensiones privado).
Entre ellos, se suele destacar el caso de Chile, que lleva con este sistema desde 1981, aunque hay otros países latinoamericanos que lo han adoptado, como Perú, Colombia, Uruguay o México. También cuentan con un sistema de este tipo en Australia, donde además se asegura una pensión mínima de 1.000 dólares.
En Suecia existe un sistema mixto de capitalización y reparto, ya que, de todo lo que cotizan empresas y trabajadores, una parte va para los pensionistas actuales y la otra se va capitalizando para el propio trabajador.
Es decir, el sueco podría ser el modelo a seguir para ir haciendo la transición desde un sistema de reparto hacia un sistema de capitalización.
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Parte de la pensión pública y parte privada
En Dinamarca existe una parte pública (aproximadamente, el 17% del salario) y una parte privada, que está formada por aportaciones en parte obligatorias y en parte voluntarias.
En Holanda tienen un sistema similar, con la particularidad de que la pensión pública es equivalente al salario mínimo del país (el resto, lo obtienen también de un sistema privado).
En Suiza hay una pensión básica estatal, que depende de las cotizaciones obligatorias de empresas y trabajadores, y cuentan con fondos de pensiones de empresas (a las que los empleados también cotizan si alcanzan un sueldo determinado), y, además, se suele contar con planes de pensiones individuales.
Soluciones desde el punto de vista del trabajador
Lo mejor que se puede hacer es… ¡empezar a ahorrar ya!
Pero claro, no se te ocurra meterlo debajo del colchón, es la mejor manera de perder tu dinero poco a poco. Emplea tu dinero para obtener una rentabilidad.
Si tu empresa tiene un plan de pensiones para los trabajadores, contribuye tú también al mismo. Es muy común que los empleados que tienen un plan de este tipo no realicen aportaciones, se conformen con lo que va ingresando la empresa.
¡No seas tú uno de esos! Simplemente, con apartar una pequeña cantidad de dinero todos los meses (que no va a afectar a tu capacidad de gasto), verás cómo tu plan crece sin darte cuenta.
Si tu empresa no dispone de un plan de pensiones colectivo, contrata uno de manera individual. También existen diversas alternativas a los planes de pensiones, productos que pueden ofrecer una rentabilidad determinada, y que, además, no son tan restrictivos como estos a la hora de rescatarlos, como los PPAs y los PIAs.
Si deseas buscar un rendimiento para tu inversión, puedes revisar algunos de los consejos que te hemos dado en este blog, descubrirás cómo invertir en Bolsa, en spreads, en materias primas como el petróleo o el grafeno, etcétera.