Sin duda, el juego es un fenómeno que viene de tiempos inmemoriales, ya que en culturas ancestrales ya se practicaban las apuestas y formas similares.
De todos modos, como la propia sociedad, esto ha evolucionado sustancialmente, y sobre todo con la aparición de la posibilidad de apostar de forma online, se ha vuelto mucho más accesible para todos, incluidos colectivos susceptibles de tener menos autocontrol sobre sus propios actos (niños, mayores…).
Existen sociedades, como la británica, en las que las casas de apuestas forman parte de su vida cotidiana y se apuesta absolutamente por cualquier evento posible. En otras culturas tenemos mayor tradición de lotería, y en nuestro caso el sorteo de Navidad es una tradición que cada año se repite como un ritual en los días previos a la Nochebuena.
¿Por qué jugamos a la lotería?
Racionalmente, podemos decir que jugar a la lotería es un sinsentido, ya que se trata de una actividad con una esperanza de retorno negativa. Por tanto, no deberíamos seguir jugando, ya que si multiplicamos la probabilidad de que nos toque por el premio que podríamos obtener, el valor sería más bajo que la apuesta realizada.
En el sorteo de Navidad existe tan solo un 0,001% de posibilidades de que nos toque el gordo y un 15,34% de posibilidades de ganar alguno de los premios que se ponen en juego. Es decir, en un 84,66% de casos perderemos el dinero apostado.
Sin embargo, y volviendo a la lotería de Navidad, que es la que más dinero mueve con diferencia, el juego de la lotería es un fenómeno social. Jugamos conjuntamente con familiares, amigos, compañeros de trabajo, etc. Seguro que muchos juegan semanalmente a la Lotería Primitiva o al Euromillón de forma periódica, o incluso forman parte de alguna peña.
Pero aparte del componente social, los economistas del comportamiento indican que igual no somos tan irracionales como podría parecer. De hecho, la gente con pocos ingresos apuesta mucho más que los que tienen mucho dinero, y el motivo puede ser su esperanza de cambiar radicalmente su situación de partida. Es decir, su creencia es que ahorrando posiblemente no mejore su situación sustancialmente, así que prefieren apostar a pesar de las pocas posibilidades de éxito que puedan tener.
Evolución del mercado del juego en Europa
Pese a que en muchos estamentos se pretende poner impedimentos para el desarrollo de la industria del juego (en algunas competiciones europeas está prohibido que empresas de esa industria patrocinen equipos deportivos, en baloncesto y fútbol por ejemplo), es una industria que año a año incrementa su volumen de negocio, además diversificando los canales por los que se comercializa, con un incremento sustancial de la venta online.
Evolución del mercado en España
España siempre ha sido un país con un volumen de juego superior a la media Europea, tanto por la tradición de la Lotería de Navidad como por la fuerte presencia de las máquinas en los bares, que no están permitidas en otros países, dónde sólo se puede jugar en lugares habilitados para tal fin.
En el siguiente gráfico vemos que el juego online ha comenzado a ganar la partida a las apuestas tradicionales y ya supone la segunda forma de inversión:
Fuente: Fundación Valenciana estudios avanzados
Y dentro del juego online, las apuestas deportivas son sin duda el negocio con mayor auge, seguido a cierta distancia de las partidas de póker. En todo caso, el cambio fiscal en España ha penalizado enormemente el juego online, propiciando que algunos de los jugadores profesionales de póker cambien de residencia para evitar una normativa que les penaliza, debido a que no se considera el beneficio neto (ganancias menos pérdidas), sólo las ganancias.
Fuente: Fundación Valenciana estudios avanzados
La ilusión de ser rico vs ser culto
Antes hemos visto el gasto que suponen los juegos de azar, y podríamos compararlo con muchas magnitudes, pero vamos a comparar la posibilidad de invertir en un juego de esperanza negativa con invertir en conocimiento o formación.
En este punto, hay que considerar que en “libros y revistas” se incluye prensa deportiva y revistas del corazón, por tanto si ajustáramos lo que no es propiamente conocimiento, la diferencia sería aún más abrumadora.
Millones de euros. Fuente: gurusblog a partir de Fundación Valenciana estudios avanzados y Ministerio de cultura
Lo que podemos deducir es que los españoles preferimos apostar por un potencial beneficio muy alto, casi imposible pero inmediato, en lugar de invertir en nuestra propia formación, que supone un beneficio menos directo y dilatado en el tiempo.
Además, el consumo de libros y revistas cada vez se ve mermado, tanto por la aparición de formatos más baratos (libros y revistas online son mucho más económicos), como el cambio de preferencias en nuestro tiempo de ocio, dónde cada vez más optamos por dedicarlo a otras actividades.