Si algún habitante del planeta le hubieran dicho el 1 de enero de 2020 que apenas un mes después vendría una pandemia que obligaría a gran parte la humanidad a confinarse en sus hogares, que infectaría a varios millones de personas y que acabaría con la vida de cientos de miles, no se lo habría creído. En este post hablaremos de cuando un malvado virus nos hizo sacar lo mejor de cada uno.
La situación que llevamos ya varios meses viviendo en prácticamente todo el mundo parece sacada de una película de ciencia ficción, pero es la pura realidad. El COVID-19 ha arrasado por donde ha pasado, llevándose no solo a muchas personas, sino también la economía y el tejido productivo de los países donde ha tenido más impacto.
Por desgracia, entre ellos está España. El brote provocó la declaración del estado de alarma, el confinamiento de la población y el cierre de numerosos negocios, la mayoría ligados al consumo, al ocio y al turismo. Es decir, las piedras angulares de la economía española.
De este modo, en tan solo un mes el mercado laboral ya ha notado con toda su crudeza lo sucedido. Millones de personas se han visto afectados por ERTE’s en sus empresas. Pero lo peor puede estar por venir. Porque, Según las estimaciones del propio Ejecutivo, en 2020 la economía caerá más de un 9% y el paro alcanzará casi el 20%. Unas cifras que nadie esperaba hace unos meses y, lo peor, tan poco tiempo después de haber pasado una crisis demoledora.
Pero esta es la realidad que al menos nos tocará afrontar en lo que queda de este aciago 2020. Aunque también deberíamos encontrar motivos para no dejarse llevar por la desesperanza y la tristeza, porque esta crisis ha sacado lo mejor de nosotros: la solidaridad ha invadido España y casi todos, en la medida de nuestras posibilidades, hemos puesto nuestro granito de arena para ayudar a nuestros semejantes. El virus ha unido a la sociedad y la ha limpiado de parte de su egoísmo.
Solidaridad en tiempos convulsos
¿Qué fue lo primero que sucedió cuando estalló la crisis? Que nos dimos cuenta de que no teníamos con qué protegernos. Las farmacias se quedaron enseguida sin mascarillas, guantes y geles desinfectantes ante la avalancha de demanda, lo que provocó un colapso en su fabricación habitual.
Por ello, numerosas empresas empezaron a coser, de forma altruista, mascarillas que, sin ser quirúrgicas, podrían servir para frenar contagios. Hablamos de ejemplos que van desde grandes multinacionales, como es el caso de Inditex, que además se puso a fabricar batas para los hospitales, a medianas y pequeñas empresas. Negocios anónimos que dejaron de lado su actividad habitual para coser con esmero mascarillas llenas de amor.
Otro buen ejemplo es el de L’Oréal, cuya planta de Burgos dedica parte de su producción a fabricar geles desinfectantes para hospitales, ayudando al colectivo sanitario con los recursos que necesitan en estos centros que se han visto desbordados.
Por otra parte, grandes empresas han realizado cuantiosas donaciones, tanto para la investigación de la esperada vacuna como para los bancos de alimentos, ya que la destrucción laboral ya se está notando en muchos hogares que se están quedando sin ingresos.
Cada uno pone su granito de arena
Los anteriores son algunos ejemplos de las numerosas donaciones que han tenido, gran impacto mediático. Pero hay muchos otros, más pequeños, que también sirven para ilustrar en qué ha consistido esta ola de solidaridad ciudadana y cuya sinergia, sin duda, nos ha puesto las cosas un poquito más fáciles.
Los mayores son los más vulnerables ante este virus, lo que ha hecho que sean el grupo a cuidar por todos. En los barrios y pueblos se han organizado voluntarios para llevarles la compra en estos días y que así no tuvieran que salir a exponerse al virus, incluso desde la Real Sociedad Canina de España (RSCE) se ha iniciado una campaña para que los vecinos pasearan a los perros de los mayores, evitando de ese modo que saliesen a la calle sin que sus mascotas quedaran desatendidas.
Por otro lado, también se han hecho acopio de ropa para quien lo necesitara en estos momentos y teléfonos de acompañamiento a esos mayores que viven solos y no pueden relacionarse estos días. Llamadas llenas de cariño que a muchos les han dado la vida en estos días tan grises.
Por supuesto, no podemos obviar el #AplausoSanitario que nos ha reunido a todos cada día a las 8 de la tarde para reconocer a nuestros sanitarios el esfuerzo titánico que están haciendo para curarnos a todos. Un momento que también nos ha servido para relacionarnos con nuestros vecinos y una rutina para tomar algo de aire, tan necesario para seguir aguantando el confinamiento.
De hecho, desde los balcones también se ha cantado el cumpleaños feliz a todos los que han cumplido años estos días y no han podido celebrarlo como merecían. Incluso en pueblos la Policía y Protección Civil han ido con sus sirenas felicitando a los más pequeños.
Conciertos solidarios en redes sociales, lectura de libros, charlas de psicólogos y psiquiatras para esas personas que sufren en estos días. Tours virtuales por museos, procesiones en streaming, saetas de Semana Santa en los balcones, celebraciones patronales en las ventanas…
Los españoles hemos tirado de imaginación y cariño para que nadie, absolutamente nadie, se quedara atrás en esta dura crisis. Ahora, cuando poco a poco vamos saliendo de casa y volviendo a la vida, lo hacemos renovados por dentro. Hemos aprendido una valiosa lección, una cura de humildad y respeto que todos esperamos nos dure para siempre a partir de ahora. Que tanta desgracia no sea en balde.