Slow down, una nueva filosofía de disfrutar de la vida

Vivimos en una sociedad en la que la inmediatez lo es todo; todo lo queremos para ayer, desde el mundo laboral hasta nuestros propios hábitos de compra. Los niños crecen más rápido, la adolescencia cada vez es más temprana, y las ollas rápidas y los microondas nos permiten cocinar en 10 minutos cosas que nuestras abuelas cocinaban en horas. Por tanto, en esta sociedad que nos empuja a vivir a un ritmo frenético es frecuente no tener tiempo libre para parar y tomar distancia.

Recientemente han aparecido movimientos contrarios a esta visión, y podemos tomar como punto de partida el movimiento referente a romper la tendencia del fast food, cada vez más generalizada.

Slow Food

Es una corriente de origen italiano con valores contrarios al fast food, que invita a disfrutar de la comida, de la buena conversación con los compañeros de mesa y mantel, y en definitiva de volver a las raíces en las técnicas de cocina, y respetar los tiempos tradicionales.

La comida vuelve a ser un elemento social y cultural, y no una mera ingesta rápida de alimentos. En España hay muchos restaurantes que se han adherido a ello para defender el retorno a las raíces culinarias, en particular la dieta ibérica y mediterránea. Se puede considerar que es un punto de partida a algo más global, como puede ser el movimiento slow down.

Globalización

La globalización nos ha traído cosas buenas, pero también puede implicar la cultura del “on” continuo. Siempre hay una parte del mundo en el que es hora punta, y gracias a la red vivimos en un mundo que nunca duerme. En cada segundo del día hay alguna bolsa mundial abierta, alguna noticia de última hora, un trending topic, etc.

Por eso, el slow down pretende salirse de esa rueda y volver a priorizar lo cercano: comercio de proximidad, consumo responsable, productos locales, turismo rural/regional, etc. Se persigue además, priorizar la sostenibilidad de la sociedad.

Mundo laboral

En el mundo laboral, la crisis se ha llevado consigo una parte de los derechos adquiridos por los trabajadores en el mundo occidental, de forma que la precarización ha pasado a ser algo habitual, no sólo en nuestro país, sino también en Alemania o en Gran Bretaña, con los famosos mini jobs.

En cualquier caso, las nuevas generaciones cada vez valoran más aspectos no económicos en las ofertas laborales, el llamado salario emocional (flexibilidad, vacaciones, ventajas sociales…). Y hay empresas que consideran que un trabajador feliz y motivado es más productivo que el que no lo está.