Proteccionismo, el término de moda con la presidencia de Donald Trump

En un mundo actual en el que buena parte de las relaciones comerciales se basan en la libertad, sin apenas trabas ni aranceles, el proteccionismo ha vuelto a primera plana de la mano del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Su lema “America, First” puede llevar a un cambio radical en las relaciones comerciales, ya que conllevaría primar el comercio interno poniendo límites a la importación y producción en el extranjero, incluyendo con ello la salida de diferentes pactos comerciales con otros países.

Qué es el proteccionismo

El término proteccionismo vuelve a la máxima expresión. Una política comercial muy utilizada hasta el siglo XIX y que parecía desterrada, al menos de forma general. Esta se basa en aplicar trabas al comercio, ya sea mediante aranceles (tasas por la importación de productos) u otro tipo de impedimentos. Con ello se consigue que los productos nacionales resulten más atractivos para los consumidores.

El término proteccionismo se ha opuesto siempre al término libre comercio o librecambio, que aplicado a las relaciones comerciales, sociales y políticas, han permitido la globalización.

Para qué sirve y cómo funciona el proteccionismo

Desde la aparición de los estados-nación en el siglo XVI, los gobiernos han estado preocupados por el efecto que la competencia internacional podría tener sobre la prosperidad de las industrias nacionales. Dependiendo de su situación comercial, han tratado de defender la industria nacional de la competencia exterior:

– imponiendo límites a las importaciones o

– ayudando a empresas locales subvencionando las exportaciones a otros países.

Aunque existe un mayor consenso entre los economistas sobre sus efectos negativos, también hay argumentos a favor, basados en que, como promete Trump, puede aumentar el bienestar del conjunto del país. Estos son algunos de los argumentos más utilizados:

  1. Poder de mercado

Cuando un país establece un arancel ejercerá una presión en el bien importado, que se verá obligado a rebajar el precio para compensar el efecto del arancel y tratar de hacer su producto más atractivo.

  1. Defensa de la industria nacional

Normalmente se utiliza en países con industrias incipientes, que están surgiendo y creciendo y que pueden ver limitado su desarrollo si se importan productos de otros países, generalmente más baratos. Pero este argumento que lleva a políticas proteccionistas en los países en vías de desarrollo, como India, no es exclusivo. También empieza a aplicarse cuando tu industria es menos competitiva que la de otros países y busca favorecer el mercado laboral.

  1. Anti-dumping

Se justifica cuando hay países que llevan prácticas desleales de vender a precios por debajo de su coste (dumping), con el objetivo de desbancar la industria del país importador y eliminar la competencia. Esta es una de las grandes quejas de Donald Trump, que ha criticado por ejemplo la política de precios de las empresas chinas que exportan acero.

Un argumento relacionado con el anterior a favor de las medidas proteccionistas es cuando se considera que determinados países llevan a cabo un “dumping social”, como consecuencia de los bajos salarios y la inexistencia de unas condiciones laborales y sociales mínimas para los trabajadores.

Proteccionismo y sus efectos contrarios

¿Pan para hoy y hambre para mañana? Aunque existe un consenso de que el avance hacia el libre comercio beneficia al conjunto de un país, sigue existiendo un conflicto de intereses entre aquellos grupos que salen beneficiados y aquellos que salen perjudicados (como los trabajadores industriales o agrícolas en Estados Unidos), y es precisamente este conflicto de intereses dentro de países el mayor obstáculo hacia el libre comercio.

El nuevo gobierno de Estados Unidos ha demostrado inclinaciones proteccionistas sin precedentes en la historia reciente. El capitalismo mundial se ha basado desde el siglo XIX sobre la base de una premisa: la economía más fuerte del mundo trabaja para garantizar el libre comercio internacional, manteniendo sus mercados abiertos a los demás países. Los beneficios que conseguía han sido hasta ahora muy importantes.

Lo hizo Gran Bretaña primero y Estados Unidos asumió ese papel después. Este sistema ayudó a la reactivación económica de Europa y Japón primero, a la vez que convirtió al dólar en moneda de reserva mundial. Estados Unidos gracias a ello ha financiado sus déficits comerciales y fiscales de forma fácil. El problema es que Estados Unidos ya ni de lejos produce el 48% de las manufacturas del mundo como lo hacía al final de la Segunda Guerra Mundial. Ahora tiene muchos y buenos competidores. Es un proceso imposible de revertir y aplicar medidas proteccionistas conllevaría muchos riesgos, ya que otros países pueden hacer ajustes similares y abrir una guerra comercial que acabaría perjudicando a las empresas americanas que exportan productos al extranjero.

Otra de las consecuencias negativas que puede acarrear un excesivo proteccionismo es que las empresas locales dejen de innovar. A sabiendas de la ventaja competitiva de la que gozan, no están incentivadas para invertir en mejoras de su producto, lo que a largo plazo hace descender la calidad de los productos.

Lo que queda claro es que aplique o no estas medidas, el proteccionismo es y será una parte importante de las relaciones comerciales entre países y de controversia entre defensores y detractores.