Participaciones preferentes, algo más que una acción

Quién más quién menos conoce lo que es una acción y sabe que puede comprarlas y venderlas en el mercado de valores correspondiente. Sin embargo, el concepto de las acciones preferentes, o participaciones preferentes como son más comúnmente conocidas, están de plena actualidad por los diversos problemas de liquidez que muchos de sus  poseedores están teniendo, y para muchos aún no queda claro qué son exactamente.

Aunque el concepto “preferente” sugiera que son unas acciones mejores que las acciones normales, las participaciones preferentes tienen unas particularidades que las convierten en un producto de inversión de elevado riesgo, pues ya no se trata sólo de que su rentabilidad esté condicionada a que la emisora tenga beneficios, sino que además no tienen vencimiento y pueden convertirse en un activo de difícil salida, pues su liquidez es muy limitada. Eso se debe, entre otros motivos, a que las participaciones preferentes no cotizan en Bolsa.

A diferencia de las acciones tradicionales, la posesión de participaciones preferentes no implican la participación en el capital social de la empresa ni dan ningún tipo de derecho a voto. Entonces, ¿a qué se debe el calificativo de “preferentes”? Simplemente es un indicativo de la prioridad sobre las acciones tradicionales a la hora de pagar dividendos o en un hipotético supuesto de liquidación de la empresa emisora.

Una de las grandes dificultades para el inversor particular a la hora de adquirir participaciones preferentes consiste precisamente en que sus condiciones particulares se negocian directamente con la entidad emisora, por lo que el riesgo de asumir acuerdos sin el pleno conocimiento de las condiciones que se están firmando pueden llevar a situaciones conflictivas como las que se han originado en los últimos años con las preferentes.

Es frecuente oír hablar de preferentes de serie A, B, C, etc. Esto se debe a que las empresas pueden llevar a cabo rondas de financiación distintas en las que las condiciones entre ellas sean diferentes. De este modo, es posible encontrar preferentes de serie A que renten un 3% trimestral mientras que las preferentes de serie B de la misma compañía sólo lo hagan al 1,5%.

Es importante saber, asimismo, que la rentabilidad no es fija y que no está garantizado el reparto del dividendo.

El escándalo español de las preferentes

En concreto, en nuestro mercado algunas entidades bancarias ofrecieron participaciones preferentes de su entidad como si se tratara de un producto a plazo de renta fija que devengaba unos atractivos intereses periódicamente. Con el paso de los años, se ha ido destapando la realidad, y muchos de los inversores particulares que creyeron estar depositando su dinero en una inversión segura han visto como no pueden rescatar la cantidad inicial invertida.

En España se estima que estarían afectados por el caso de las preferentes unas 700.000 personas, y el propio Gobierno de España admitió en su momento que la comercialización de estas acciones fue un error. La CNMV abrió expediente a varias entidades españolas porque reconoce que en muchos casos se incumplió la ley a la hora de comercializarlas.

Las participaciones preferentes no son un producto “malo” en sí mismo, pero sí es importante informar correctamente de sus características a los inversores, haciendo hincapié en los riesgos que conllevan. Al considerarse un producto complejo, a priori solo deberían dirigirse a inversores cualificados, capaces de comprender en toda su dimensión lo que están comprando.

Para conocer con mayor detalle las particularidades de las participaciones preferentes, no estaría de más echarle un vistazo a la documentación explicativa que pone a nuestra disposición la propia CNMV.