La maldición de agosto en Bolsa ¿Por qué es temido este mes?

En los últimos 25 años agosto ha sido de media el peor mes para los dos índices principales de Bolsa norteamericana: Standard & Poor’s 500 y Dow Jones 30. Y es que precisamente en 1990 comenzó la “maldición de agosto”.

Agosto, un mes maldito

Agosto de 1990 será recordado por la invasión de Kuwait por parte de las tropas iraquíes de Sadam Hussein. El impacto sobre el petróleo y la Bolsa (el Dow Jones se desplomó un 10%) fue inmediato y, de hecho, las Bolsas de todo el mundo tardaron en recuperarse. En el caso de Europa, no hubo casi ni margen para la recuperación.

Ahora que nos enfrentamos al Brexit, es bueno recordar otras crisis importantes, como la que amenazó el sistema monetario europeo en el verano de 1992. En ese año se negociaba la adhesión al Tratado de Maastritch, el salto cualitativo más importante en la integración de lo que es hoy la Unión Europea. En junio de ese año, Dinamarca dijo “No”, y en septiembre le tocaba decidir a un país tan importante como Francia. Según avanzaba agosto, los pronósticos aventuraban otro “No” de Francia. Aunque en septiembre ganó el “Sí”, la tensión en el sistema monetario de la entonces Comunidad Económica Europea hundió las Bolsas. Un año después los problemas se fueron al Este de Europa: el intento de golpe de estado en Rusia llevó a tres días de desplomes bursátiles.

Tras unos agostos más tranquilos, la inestabilidad vino de los países emergentes durante 3 años seguidos, con un desplome de sus monedas. En 1997, los denominados “Tigres Asiáticos”, en 1998 fue Rusia y su rublo y en 1999 Brasil y el llamado “Efecto Samba”. El arranque del nuevo siglo también fue tranquilo y de hecho, fueron los mejores meses de agosto, pero el siguiente castigo fue contundente. El estallido de la crisis de las hipotecas subprime llevó a la quiebra de las sociedades inmobiliarias más importantes y al bloqueo de muchos fondos de inversión a lo largo de todo el mundo. Con ello, se inició la más dura crisis económica desde 1929.

No solo son malas noticias, es la menor liquidez

¿Solo pasan malos acontecimientos económicos en agosto? Desde luego que no, la clave del efecto agosto está en que se suma otro hecho importante: el menor volumen de negociación de este mes. Cuando las acciones se negociaban en corros, a viva voz, el verano en general y agosto en particular era la época de menor negociación, lo cual es lógico ya que muchos corredores de bolsa disfrutaban de las vacaciones.

Con la negociación electrónica se acaba esta limitación, pero sigue ocurriendo algo parecido. En agosto se negocia mucho menos, se desploman las comercializaciones de nuevos fondos de inversión, apenas hay nuevas salidas a Bolsa y, por tanto, hay menos liquidez en el mercado. Por todo ello, una mala noticia magnifica sus resultados. De hecho, antes de que llegue agosto, los principales gestores volverán a proteger sus carteras para irse de vacaciones más tranquilos. Mezcla de incertidumbre y de la propia inercia del mercado, a los inversores no les gusta agosto.

¿Qué podemos esperar del IBEX durante este mes de agosto?

En los últimos años el mes de agosto no ha sido demasiado positivo para nuestro índice:

En la retina de los inversores está el terremoto bursátil sufrido en agosto de 2015 a raíz del desplome de la bolsa china.

Tras un primer semestre con fuertes subidas en bolsa gracias principalmente a la mayor calma que se respira en el plano político, vemos cómo desde mayo los mercados no parecen tener un rumbo claro, algo que podría prolongarse durante el verano.

Una de las claves será la valoración que hacen los mercados a la gestión de la Administración Trump, de la cual cada vez hay más dudas sobre si será capaz de sacar adelante sus propuestas electorales. En este sentido, cualquier noticia al respecto está llamada a provocar importantes movimientos en las bolsas de todo el mundo.

Otro foco de atención serán las elecciones de Alemania en septiembre, por lo que el mercado será sensible a todo lo que sean sondeos o intenciones de voto que vayamos conociendo en las semanas anteriores. Por otro lado, el problema del independentismo catalán es otro foco de incertidumbre. En caso de que las tensiones se recrudezcan, podría verse un impacto negativo. El deterioro de la imagen de España podría a su vez traducirse en retirada de inversores extranjeros, tanto en renta variable como en deuda

 

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