Estrategias de inversión: la cartera permanente

Si se analiza la evolución de las Bolsas a largo plazo, se advierte que cíclicamente se producen grandes oscilaciones y que los periodos de bonanza se pueden alternar con importantes bajadas. Por ello, algunos avezados inversores, como Warren Buffett, abogan por el largo plazo, ya que los mercados son eficientes sólo cuando consideramos un periodo de tiempo suficientemente amplio.

Qué es la cartera permanente

Es una técnica ideada por el asesor financiero Harry Browne en la década de 1970 que nos permite elaborar una cartera de inversión sencilla, equilibrada y diversificada. Su objetivo principal era crear un método de inversión seguro, rentable y que tuviera estabilidad en el tiempo. Para ello, Browne estudió la evolución de diferentes activos financieros, observando que se comportaban de manera diferente en función del estado de la economía en su conjunto.

Siguiendo esta teoría, si se diversifica adecuadamente en cada uno de esos grupos de activos se protegerá la cartera contra los vaivenes de la economía, ya que las pérdidas que se puedan sufrir en alguno de ellos se compensarán con las ganancias que se obtengan en otro/s.

Browne describió cuatro fases en la economía, y a partir de ahí identificó cuatro activos, cada uno de los cuales se comportaba bien en al menos una de las fases. Estas etapas son:

  • Prosperidad: el PIB crece, se abren negocios, se reduce el paro, el sistema financiero funciona adecuadamente… En este período el activo que mejor funciona son las acciones, cuyo valor aumenta a un ritmo mayor que el de la economía.
  • Inflación: en períodos inflacionarios los precios suben más que la economía, y el dinero en efectivo pierde valor. En esta etapa, el oro es la estrella, de manera que su cotización crece, convirtiéndose en un valor refugio.
  • Deflación: sería una situación opuesta a la de la inflación, en la que los precios caen de manera sostenida, lo cual puede llevar a una situación de depresión de la economía si la situación se alarga mucho en el tiempo, ya que los consumidores e inversores no comprarán (esperando que los precios desciendan más). Los tipos de interés se reducen y los precios de los bonos aumentan, favoreciendo la inversión en este tipo de activos.
  • Recesión: cuando se produce un período recesivo (como el que nos ha tocado vivir en los últimos años), el crédito se reduce y con ello la cantidad de dinero en circulación. Aumentan las dificultades para vender, muchos activos no encuentran compradores y ven cómo su precio se desploma. En esta situación, disponer de dinero en efectivo resulta muy interesante, ya que podremos adquirir bienes con un coste muy bajo.

La cartera propuesta por Harry Browne se compone únicamente de cuatro activos: acciones, oro, bonos y dinero. Las acciones irán bien en tiempos de prosperidad, el oro funcionará mejor cuando la inflación sea elevada, los bonos lo harán cuando exista deflación y el dinero nos protegerá en etapas recesivas.

Harry Browne estimó que lo ideal es repartir la cartera entre todos ellos de manera equitativa. A partir de ahí, realizó una serie de análisis y simulaciones de cómo se hubiese comportado una cartera de ese tipo en años anteriores, calculando una rentabilidad media del 5% una vez descontada la inflación, con muy pocos períodos de descenso. Desde 1972 su rentabilidad ha sido incluso superior, rondando el 10% anual, cifra similar a la de la renta variable, pero con mucha menos variabilidad, lo que supone que, en los pocos años que se pierde, se pierde menos.

Cómo funciona en la práctica

  • Las inversiones se reparten equitativamente entre esas cuatro clases de activos, es decir, al 25% cada uno.
  • La cartera se mantiene a largo plazo, con pocos cambios, para minimizar las comisiones.
  • Las modificaciones que se realizan son para rebalancear la cartera, es decir, para ir ajustando el peso de cada activo al porcentaje del 25%, ya que, debido a las variaciones en los precios de los mismos, sus porcentajes van cambiando (por ejemplo, si las acciones están subiendo y el oro bajando, el porcentaje de las primeras será superior, mientras que el del segundo será inferior).
  • Harry Browne recomendaba revisar la cartera una vez al año y rebalancear únicamente si alguno de los activos superaba el 35% del peso total o era inferior al 15%, en cuyo caso vendería el primero y compraría el segundo hasta dejar ambos en el 25%. En caso contrario, no se haría nada. De esta manera, se evita estar comprando y vendiendo continuamente.

Con estas premisas podemos cumplir los cuatro requerimientos de un sistema de inversión:

  • Certidumbre: protege la inversión (al menos, hasta cierto punto) sea cual sea el escenario económico.
  • Rentabilidad: permite obtener un rendimiento por la inversión.
  • Estabilidad: la inversión es a largo plazo y la variabilidad es moderada.
  • Sencillez: Es fácil de construir y mantener por parte de cualquier inversor.

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