Esto es lo que «El Hobbit» nos puede enseñar de ahorro y economía

Recientemente la productiva fábrica cinematográfica de Hollywood concluyó la exitosa trilogía sobre el libro de J. R. R. Tolkien titulado “El Hobbit”. Sin entrar a valorar ninguna de las tres películas ni desvelar el final para que no se enfade nadie, os explicaremos por qué la historia que narra tiene mucho que ver con los ahorros.

“El Hobbit”: poniéndonos en situación

El argumento gira en torno a hobbit llamado Bilbo Bolsón, habitante de La Comarca, a quien su amigo Gandalf hace de intermediario para que sea contratado por una pandilla de enanos que necesitan de sus habilidades.

Los trece enanos, liderados por Thorin Escudo de Roble, necesitan recuperar una valiosa joya perdida en los salones de Erebor, entre montañas de oro custodiadas por un codicioso dragón llamado Smaug, que ha desterrado a los enanos de su ciudad para quedarse con todas sus riquezas.

Lo seguro a veces también tiene sus malos momentos

Después de una década de casi continuas y constantes subidas en la cotización del oro, con un valor máximo que llegó a mediados del año 2011 alrededor de los 2.000 dólares por onza, vino una severa caída en el año 2013 con una bajada en picado de su valor en torno al 28%. Sólo en abril de ese año su valor se redujo en un 17%.

¿Cómo es posible que se devalúe algo que no “debería”? Resulta que la crisis que todos conocemos ha ido un paso más allá y al final también ha hecho mella en la cotización del oro. Entre otras cosas, algunos países con dificultades han tenido que recurrir a la venta de sus reservas de oro para paliar estos momentos tan difíciles. Eso ha hecho que haya un exceso de oferta en el mercado del oro y su cotización haya sufrido las consecuencias.

El año 2014 ha sido un periodo un tanto incierto en el que, pese a una cierta tendencia alcista durante el primer semestre, al final el oro terminó cerrando el año casi sin variación tras caer a finales de verano y recuperarse ligeramente con la Navidad.

Lo que queremos aquí resaltar es que las cosas que parecen seguras, realmente no lo son siempre. Una vez más podemos extraer la moraleja de que no es un buena idea guardar todos los huevos en la misma cesta, por lo que pueda pasar. Diversificar es la clave, y no posarse sobre montañas de oro custodiándolas celosamente.

Ahorros inmovilizados, ¿una buena idea?

Tiempo atrás muchas familias vieron en la compra de inmuebles un negocio seguro y ganaron dinero, pero  ahora se enfrentan a una problemática bien distinta. Quienes destinaron la mayoría de sus ahorros a la compra de viviendas se han visto en muchos momentos con el agua al cuello al darse cuenta de que sí, en términos absolutos tenían más “riqueza”, pero no tenían liquidez suficiente para hacer frente a los pagos del día a día.

Y por otro lado, además, en estos últimos años se ha desplomado un mito que estaba fuertemente arraigado en la conciencia de muchos inversores. Los que creían que no, han aprendido que sí:  los precios de las casas también pueden bajar.

Con el oro pasa un poco lo mismo. Si compramos unos lingotes como los que le gustan a Smaug tendremos que guardarlos en un lugar seguro (tenerlos en casa no parece lo más apropiado) y en caso de necesitar dinero con urgencia tendremos que ir a un lugar especializado a que nos paguen por ellos según la cotización oficial.

No vale ir a cualquier tienda de “Compro Oro”. Bueno, sí vale, pero seguramente no nos den el dinero que deberían, y eso es otra historia. Una historia sobre cómo han florecido este tipo de tiendas al amparo de las necesidades puntuales de liquidez de la gente.

Comprar oro directamente no es la única opción para invertir en el metal precioso por excelencia; pero eso os lo contaremos otro día.

En definitiva, que al final de la película, los enanos se dan cuenta que lo importante no es todo el oro, ni las valiosísimas joyas que guardan bajo la montaña, sino que hay cosas más valiosas como el propio hogar y la familia. Ese mensaje, traído a la vida real, viene a decirnos que no hay que obsesionarse con destinar ahorros a productos inmovilizados, creyendo que jamás vamos a perder dinero con ello. Si en algún momento necesitáramos echar mano de esos ahorros, podríamos encontrarnos con que no es tan fácil ni tan rápido convertirlo de nuevo en billetes, y eso puede ser problemático.